LIBRERÍAS DE VIEJO
Juan V. Fernández de la Gala
Al llegar a la puerta, entra con decisión, no sea que alguien te vea y te juzgue digno de la hoguera (y acierte, además, que es lo más grave). Algunos vicios conviene que sigan siendo ocultos.
Una vez dentro, no preguntes inmediatamente al encargado. Déjate llevar un poco por tu instinto. Busca un estante propicio y acaricia los lomos con el índice, curiosea los títulos, incluso abre un ejemplar, percibe en su aroma la solera del tiempo atrapado entre las páginas. Luego, lee al azar alguna página, algún párrafo, algunas líneas. Es la contraseña. En ese momento, el encargado dejará de observarte, porque sabrá que estás al tanto de los riesgos que corres, o sea, sabrá que eres uno de los nuestros.
Se llaman librerías de viejo, librerías de lance, librerías de ocasión, librerías de segunda mano... pero no te fíes. Son antros, lugares de perdición para quien prefiere los libros con la historia personal de otros lectores, o para quienes odian cabalmente los libródromos impersonales, los supermercados de libros con la fecha de caducidad escrita en la portada.
Se llaman librerías de viejo. No entres si no estás preparado para encontrarte cualquier cosa: un muerto, un viejo amigo, un crimen horrendo en la página 33, un amor perdido y ya sin remedio, un deslumbramiento, alguna nota inquietante a pie de página y aquel amor, que parecía perdido, apareciendo de nuevo a la vuelta del capítulo.
Librerías de viejo se llaman. Y cualquier cosa te puede pasar dentro.
Esta entrada es tan buena que has conseguido que vea en mi interior la estancia, huela los libros y perciba su tacto entre mis manos... En definitiva: ¡Qué sienta!
ResponderEliminarGracias, y un abrazo.
Aún recuerdo el día que me compré mi primer videojuego de segunda mano, no podría explicarlo con exactitud, pero sentí que era como adoptar un bebé abandonado, como si lo estuviera "rescatando".
ResponderEliminarNo tengo ningún libro de segunda mano, porque no conozco ninguna tienda por aquí cerca. Pero me gustaría poder visitar alguna de vez en cuando... Me di cuenta del valor de la palabra escrita el que fui a la FNAC a buscar "El Capital" de Karl Marx, y descubrí que, además, también costaba un capital, lo cual fue un poco contradictorio.
Me vuelven loca las librarias antiguas, yo las llamo asi, aqui habia una muy muy antigua, pero la cerraron cuando murio su dueño, los hijos pusieron unas monisimas y modernisimas, con muchos libros, algunos buenos, pero mucho best sellers y mucho de los que se compran por metros para lucir en los muebles. Tambien suelo visitar una tienda de muebles de segunda mano, porque a veces los muebles vienen con libros incluidos.
ResponderEliminarPor lo que respecta a que te vean entrar en ellas, hace tiempo que dejo de importarme lo que los demas pensaran de mi, y me encanta ser medio bruja(o que los demas lo crean), y ademas ya estoy acostumbrada de que me llamen de todo.
El articulo me ha encantado.