¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

martes, 29 de mayo de 2012

Imágenes (casi) sin comentarios


Por fin, la Iglesia católica ha decidido decir SÍ al preservativo. Pero se les ve todavía cierta falta de práctica.

lunes, 28 de mayo de 2012

Llevar flores a los pozos


Un artículo magistral de Gustavo Martín Garzo en el diario EL PAÍS:

CONTRA LA CULTURA DEL DINERO

“Dios mío, ¡qué saltos me haces dar!”, eso dijo la rana a su Creador. Según Chesterton, la pobre estaba tan maravillada con esa facultad de su cuerpo que no podía dejar de celebrar cada brinco que daba. Para el escritor inglés el que en los cuentos maravillosos haya manzanas de oro, ríos de miel, pájaros que hablan y árboles que cantan, solo es expresión del asombro que experimentan los niños al contemplar el mundo por primera vez. Su asombro ante la manzana que cuelga pletórica y olorosa de una rama, ante el arroyo que corre tembloroso a sus pies o ante el pájaro que inesperadamente se posa a su lado como si viniera a decirle algo. Ese mundo de oro y joyas preciosas, de príncipes y princesas, de objetos mágicos y bodas perfectas tiene que ver con el deseo de transfiguración que anida en el corazón humano. Navigare necesse est vivere non necess, solía decir de Isak Dinesen. No basta con vivir, queremos que nuestra vida tenga sentido, se transforme en algo valioso, en una historia que merezca la pena contar a los demás.

Lo maravilloso nos hace hablar. Tiene que ver con el principio erótico. Nos dice que no estamos solos, que la vida es una corriente inmensa que compartimos no solo con los otros individuos de nuestra especie, sino con los animales y los bosques, con las dunas de los desiertos y los cielos salpicados de estrellas. Nuestro mundo ha dado la espalda a lo maravilloso y solo el dinero parece tener en él poder para dar valor a las cosas. Estos días el Gobierno ha anunciado una amnistía a los defraudadores. Por ella, no solo se les va a permitir sacar a la luz el dinero que ocultan, sino que se les premiará permitiendo que paguen por él un porcentaje muy inferior al que les corresponde. Es una medida excepcional, nos dicen, ya que el Estado necesita dinero. No importa saber de dónde viene el dinero, ni por qué lo han tenido escondido, todos se comportan como si este tuviera el poder de bendecir a los que lo tienen liberándoles de la culpa y la responsabilidad. Y no son solo algunos políticos y tecnócratas los que piensan así. La sociedad entera vive entregada al gran dios del dinero. Pueblos perdidos compiten entre ellos porque se ponga en sus verdes prados cementerios nucleares, los hortelanos venden sus tierras para construir bloques de viviendas que arruinarán la belleza de la costa, o comunidades como Madrid y Cataluña compiten por acoger en su territorio un emporio de casinos, privilegios fiscales, prostitución y profunda vulgaridad, y todo ello para conseguir que el dinero fluya a sus cuentas bancarias. No deja de hablarse del déficit, de la deuda, de las altas operaciones financieras, pero se evita hacerlo del sufrimiento de los que no tienen nada, de la pobreza creciente de jóvenes y ancianos, del envilecimiento del mundo. Tampoco se habla de la pérdida de esa capacidad de los hombres antiguos de transformar en relatos los mínimos acontecimientos de sus vidas. Es la maldición del dinero, que petrifica cuanto toca, como bien se explica en la historia del rey Midas. El relato abre el mundo, el dinero lo cosifica. Y lo maravilloso es vivir en un mundo sin cosas.

Cuando en El festín de Babette las señoras descubren que esta se ha gastado todo el dinero que ha ganado en la lotería en prepararles aquella cena inolvidable y la preguntan qué va a hacer ahora que vuelve a ser pobre, Babette les contesta orgullosa: “Una artista nunca es pobre”. Y es cierto: tiene el poder que le concede su imaginación. Deberían ponerse en los colegios e institutos las películas de John Ford, deberían verlas sobre todo nuestros políticos de derechas y nuestros banqueros. Es raro que en una película del director americano no haya un baile. La cultura del dinero, por boca de Margaret Thatcher, afirma que solo hay individuos y que la sociedad no existe. Pero en los bailes de John Ford late siempre la idea de una comunidad, y de que aquello que le pasa a uno solo de sus miembros afecta a todos los que forman parte de ella. John Ford pertenece a lo que Eugenio D’Ors llamó la familia de los genios claros, la familia de Homero y los grandes pintores renacentistas, de esos “seres dichosos que van de la sombra a la luz sin esfuerzo, que tienen el don de la luz”. En una escena de Corazones indomables la protagonista ve a su esposo, contemplando a su hijo dormido, y conmovida por el regalo de este momento de paz en un mundo lleno de traiciones y muertes, se sienta en las escaleras y exclama: “¡Dios mío, haz que todo permanezca así para siempre!”. Lo maravilloso nos enseña a ver lo más cercano con los ojos de la gratitud y el asombro, los ojos del que ve la belleza del mundo y quiere cuidarla. En La pata de la raposa, de Pérez de Ayala, puede leerse: “Me habló usted siempre de las cosas extraordinarias con tanta naturalidad, que yo me veía obligado a aceptarlas como cosas naturales, y de las cosas naturales con tanta intensidad, que yo descubría en ellas nuevos sentidos”.

John Keats decía que el poeta debía estar con los pies en el jardín y con los dedos tocando el cielo. Los antiguos relatos cumplían esa función, eran un puente entre lo divino y lo humano, entre el mundo de sueño y el mundo real. Lo maravilloso es abandonar el mundo de los dogmas y habitar el tiempo del relato, que es el tiempo de la contradicción y la libertad. Y no podemos vivir sin relatos, aunque los hayamos olvidado. Viven a través de nosotros, son el humus del que nos alimentarnos, la savia que protege nuestros pensamientos. La historia más realista de nuestros días encierra ecos de esas historias eternas. Todos los que en estos días han sufrido ante la fotografía del safari africano de Juan Carlos, han vuelto a contar en el mundo la historia del arca de Noé, salvador de los elefantes. Una pareja de enamorados entona cada noche el Cantar de los cantares, aunque nunca lo hayan leído. Una niña pequeña que imita a su madre, es como la ninfa Eco cuando loca de amor repetía por el bosque las palabras de Narciso. Los relatos de Las mil y una noches no hablan de un mundo ajeno al que conocemos, sino de esas otras vidas que hay en cada uno de nosotros. Miles de niños nacen en el mundo cada día, y miles de mujeres se enfrentan a esa experiencia única que es tener un hijo, y sin embargo apenas se las presta atención. La historia de María y el ángel nos permite interrogar ese instante, preguntarnos qué sucede de verdad en él. En cierta forma, cualquier mujer, al tener el niño que desea, vuelve a contar en el mundo la historia de María y su hijo y en su silencio cuando le contempla dormido en sus brazos está su gozo por el milagro de su nacimiento y su temor a todo lo malo que pueda sucederle.

Los viejos relatos no nos alejan del mundo, lo vuelven habitable y común, lo llenan de sentido. En sus reportajes sobre el juicio al juez Baltasar Garzón, por los crímenes del franquismo, la periodista Natalia Junquera nos contó en este mismo periódico la historia de una pobre niña a la que llamaban “la hija del hojalatero que tiraron a los pozos”, y que con 90 años aún seguía recordando a su madre y a otras mujeres del pueblo llevando a escondidas flores a los pozos porque no sabían dónde estaban los cuerpos de sus maridos e hijos asesinados. Lo maravilloso es empeñarse en seguir llevando flores a los pozos aunque la razón nos diga que no sirve de nada.

 Gustavo Martín Garzo es escritor.
PUBLICADO EN EL PAÍS
Más sobre Martín Garzo en Wikipedia

jueves, 24 de mayo de 2012

Lectio, de Dino Valls


LECTIO (2006)
Óleo sobre tabal
25 x 25 cm

La imagen que hemos elegido esta vez para la portada de Panace@ es, probablemente, una de las obras más conocidas de Dino Valls. Desde un estrecho primer plano, un rostro prepuberal ambiguo ─probablemente femenino, quizá masculino─ nos interroga a todos. El equilibrio y la simetría ocupan la totalidad del cuadro, extendiéndose por el fondo y por la forma, en un juego hábil de compensaciones mutuas. Ahí están los húmedos labios sensuales frente al desafío de la mirada; el violento cromatismo del rojo frente al azul de los paños quirúrgicos, evocando el anagrama clásico del yin y el yang taoístas, o el cuadrado frente al círculo, delimitando una imagen que pretende escenificar, en vivo, el añejo didactismo que guardan viejas láminas anatómicas.

Lectio es una obra de extraordinario impacto visual, impresionante en muchos sentidos. De entrada, impresiona la serenidad contenida del rostro y su mirada intemporal. Impresionan los alfileres entomológicos, largos esta vez, como agujas de acupuntura. Impresiona la minuciosidad de las etiquetas, que guardan el nombre de los diversos músculos faciales, escritos en nómina latina. Al verlas, nos viene a la cabeza el viejo adagio didáctico que sostenía, con el rigor de otros tiempos, que “la letra con sangre entra”. Impresionan las dos pinzas de campo tipo Backhaus, mordiendo los paños quirúrgicos para poder conciliar, con la fuerza afilada de sus puntas, la dualidad inconciliable del yin y el yang que nos rodea.  Impresiona también la pérdida de la cola de ambas cejas, como describen los manuales de semiología médica que ocurre en el hipotiroidismo. E impresiona, desde luego, la antigua sonoridad de aquellos nombres de ensalmo: orbicularis oculi, levator labii inferioris, depressor anguli oris, risorius santorinii, compressor nasi… Nomina si nescis, decía Linneo, perit et cognitio rerum. Lo que no se designa con un nombre, acaba cayendo en el olvido, se me ocurre traducir a mí con cierta manga ancha literaria.

Es también éste un cuadro profundamente evocador. Personalmente, uno de los temas de los que guardo mejor recuerdo de aquellas clases de Anatomía Humana  es precisamente el de la miología facial. Por contraposición a los grandes grupos musculotendinosos del tronco y de las extremidades, la musculatura del rostro siempre me pareció compuesta de músculos discretos y no especialmente bellos. Puestos en acción, sin embargo, son capaces de dar vivacidad al semblante y de transmitirnos un mensaje de emociones que, en los albores de nuestra especie, fue nuestro principal vehículo de comunicación, hasta que aprendimos a usar de la palabra.

Recuerdo que el profesor Orts Llorca le dedicó en su texto un capítulo delicioso a las bases anatómicas de la mímica y la gestualidad. Y aún se sigue reeditando aquel tratado de Anatomía artística del francés Moreaux, alumno de Duval, lleno de suculentos comentarios, pensados para orientar a los estudiantes de Bellas Artes en la tarea, siempre difícil, de traducir las emociones, que no vemos, en gestos que sí nos es dado apreciar. Magna lectio, pues. Magnífica y completa lección la que nos reserva Dino Valls en este cuadro.

Juan V. Fernández de la Gala
(Publicado en Panace@, Revista de Medicina, Lenguaje y Traducción. Vol. XI, nº 32, diciembre 2010)




miércoles, 23 de mayo de 2012

Flos, de Dino Valls



FLOS (2007)
Óleo sobre tabla
122 x 122 cm

Hermosa ejecución la de este cuadro de Valls, con factura hiperrealista y un contenido surrealista, particularmente complejo y rico.
Sublime, una vez más, el magnífico estudio anatómico del dimorfismo sexual humano, que no muestra en este caso la ambigüedad del púber, sino las morfologías ya decididamente adultas de dos jóvenes. La sensualidad cálida que se desprende de los cuerpos está mitigada por la fría estética de museo en la que están inmersos, donde todos los objetos figuran minuciosamente etiquetados, clasificados y catalogados. Hasta ellos mismos sostienen en la mano sus propias etiquetas, que los definen, los numeran y los clasifican.

Lo vegetal y lo animal se distribuyen en el cuadro en perfecto equilibrio de opuestos. En el espacio central, ante la mitad derecha de la cajonera, se nos muestran especímenes vegetales desecados y herborizados, que cuelgan en sus marcos o se extienden por el suelo. No podía faltar la mandrágora, planta rabínica de la fecundidad y hierba mágica donde las haya. La mitad izquierda, en cambio, es el reducto de lo humano, del ser que conoce, nombra y domina a las demás criaturas. En ambos márgenes se disponen, en columna, las radiografías de un lirio y de una pelvis, láminas botánicas e ilustraciones anatómicas de época diversa, dispuestas con buscada simetría. Para acentuar la antítesis, aquí las posiciones se invierten: lo vegetal crece a la izquierda y lo humano a la derecha.

Muchas de esas ilustraciones son perfectamente reconocibles y nos remiten a obras clave de la historia de la Medicina y de la ciencia. Ahí están, por ejemplo, las precauciones para la recolección de la mandrágora, tal como aparecen en las versiones medievales de la obra de Dioscórides o el método de taxonomía vegetal que Carlos Linneo expuso en su Systema Naturae de 1735, basado en la anatomía sexual de la flor.

Dino Valls ha reproducido también en tintas carmesíes dos fragmentos de un viejo diccionario: aparece a la izquierda definido el término “flor” (o flos, que da título en latín al cuadro) y a la derecha el adjetivo “fugaz”. Dos términos que se dirían hechos el uno para el otro. A la luz de esta clave, los elementos del cuadro se reorganizan y cobran matices nuevos. Aparece, por ejemplo, la inevitable referencia al paso del tiempo, que hace brotar la flor y luego la marchita, que hace crecer los frutos y los madura en su sazón, que impone el curso de las estaciones e impulsa al hombre a recorrer las etapas de su vida en un lapso que nos puede parecer mortalmente eterno o vitalmente fugaz, según sea el ánimo.

Visto en su conjunto, el cuadro simula un mosaico de 36 teselas iguales, perfectamente cuadradas. En la simbología del médico y alquimista Cornelius Agrippa, esta peculiar estructura  de orden seis corresponde al cuadrado mágico del sol, un astro que hoy nos sigue pareciendo igual de mágico, en la medida en que permite la fotosíntesis vegetal y mueve así la rueda biomásica y bioenergética de los ecosistemas. Hay ─se aprecia bien─ una clara división del cuadro en dos espacios, separados por una frontera muy neta que recorre el mueble, se prolonga en el zócalo y continúa hasta hender el propio suelo. Y fíjense en cómo el papel transgresor corresponde en este caso a la mujer, que no sólo se atreve a tantear este límite con la punta de sus pies, sino que su rostro y su pecho invaden claramente el territorio ajeno. Es difícil no ver aquí una alusión al Génesis bíblico, sus árboles de la ciencia y sus manzanas del pecado original o quizá una referencia a la particular forma femenina de ser, más sensible a lo instintivo, a lo inconsciente y a ese mundo vegetal y primigenio que le es propio. En esta misma línea de interpretación, nótese cómo el extraño tocado masculino oculta las orejas, que en la mujer, sin embargo, quedan expuestas al aire del mundo y permanecen alerta a todas sus señales.

Noten también, nadando en los detalles, las excoriaciones y rasguños en el antebrazo del joven, similares a los que suelen presentar los jardineros. O adviertan el hecho de que ambas figuras sostienen, ocultas a la espalda, unas tijeras de podar, como si de verdad fuesen jardineros de aquel primitivo Edén paradisíaco. Alargada es la hoja de una de ellas, recurvada la otra. Parecen referencias sexuales inquietantes y quizá aludan a la castración freudiana o al papel de la ciencia que, en su ejercicio de conocer el mundo, escinde, colecta, secciona y disecciona todo lo que encuentra a su paso. Sólo una mirada detenida permite percatarse de que las tijeras son armas incompletas: presentan una sola hoja y la otra mitad de la herramienta cuelga inerme sobre las láminas del margen.

Por lo demás, los veinte cajones numerados esconden en su interior un mundo insospechado de sombras o de maravillas que sólo podremos descubrir si, algún día, nos atreviéramos a abrirlos.

Juan V. Fernández de la Gala
(Publicado en Panace@, Revista de Medicina, Lenguaje y Traducción. Vol. XI, nº 32, diciembre 2010)

jueves, 17 de mayo de 2012

Confundir la ortodoxia con la ortopedia

Nun 3, de Oleg Duryagin, fotógrafo ruso

Los que seguís el blog de KIRCHER conocéis mi condición de creyente. Vivo mi fe en la Iglesia católica, aunque volcado a un ecumenismo creciente, pues entiendo que pretender monopolizar el camino de la salvación es el primer signo de ilegitimidad de cualquier propuesta religiosa. Soy por ello un católico crítico, que cree percibir un sesgo fundamentalista cada vez más preocupante en la Iglesia de hoy. Un sesgo que se inició ya en el pontificado de Juan Pablo II y ha cobrado ahora tintes muy retrógrados con Benedicto XVI.

A muchos cristianos nos escandaliza la idea de un papa que sea un monarca absoluto y no busque la colegialidad de los obispos, como marca el Concilio Vaticano II. Y pesa demasiado la larguísima lista de teólogos silenciados o apartados de su actividad porque sus visiones, nacidas de los nuevos paradigmas históricos, se ven como una amenaza para la estabilidad institucional en vez de como el factor lógico de su evolución histórica. El cristianismo conserva un mensaje nuclear intemporal que va encarnándose --si le dejan-- en las formas de cada tiempo. 

El P. James Martin, jesuita de Nueva York, ha querido agradecer expresamente su compromiso a las religiosas americanas de la Leadership Conference of Women Religious (LCWR), porque --también ellas-- están siendo inspeccionadas por la Inquisición estos días. James Martin es director del conocodo semanario católico "America Magazine".

ECLESALIA es un boletín informativo electrónico que se creó en 2001 para difundir reflexiones y visiones eclesiales. Muchos creemos que en la Iglesia debería haber "unidad en lo esencial, libertad en lo  opcional y caridad en todo", de acuerdo con el sabio lema de san Agustín de Hipona.

Allí me he limitado a traducir al español la alocución del P. Martin y a colocar delante un comentario personal, a modo de introducción. Puede accederse al texto desde AQUÍ.


domingo, 13 de mayo de 2012

Contra el fundamentalismo religioso



 “Tus creencias se convierten en pensamientos…
Tus pensamientos se convierten en tus palabras…
Tus palabras se convierten en tus actos…
Tus actos se convierten en tus hábitos…
Tus hábitos se convierten en tus valores…
Tus valores se convierten en tu destino…”
 (GANDHI)


Mi amiga Inma Moreno me hace ver, con excelente criterio, que la cita de Mahatma Gandhi podría ser entendida también como un elogio de las creencias religiosas. Desde luego, tiene razón y probablemente ése fue el sentido original de la cita. Yo hago otra lectura (ésa es la grandeza de los buenos textos), en clave de advertencia: nuestras creencias deberían ayudarnos a labrarnos un destino personal e irrepetible. También en ello Gandhi fue un maestro del espíritu, porque las suyas eran creencias con un destino abierto, esperanzado.

Porque forjó sus pensamientos bajo el prisma del tiempo concreto en que le tocó vivir y no se limitó a heredarlos sin mayor crítica.

Porque sus palabras eran palabras "con orejas",  abiertas a las palabras de los otros, incluso de sus detractores.

Porque el fundamentalismo es, en definitiva, la forma más estúpida de la sordera, creo yo.
Cuidado, pues, con las creencias que conducen a un destino dictado de antemano y no se enriquecen a lo largo del camino. Creer y crecer van juntos y no merecería la pena el viaje si no fuera así.

jueves, 10 de mayo de 2012

No a los recortes en educación


CEDU Conferencia Estatal de Defensores Universitarios

COMUNICADO DE LOS DEFENSORES UNIVERSITARIOS ESPAÑOLES

La Ley de Reforma Universitaria de 1983 establece la figura del Defensor Universitario (DU), una institución que tras la aprobación de la LOU de 2001 se hace obligatoria para todas las universidades españolas, incluyendo las privadas. Conforme a la disposición adicional decimocuarta de la LOU, la principal función del DU es "velar por el respeto a los derechos y libertades de los profesores, estudiantes y personal de administración y servicios, ante las actuaciones de los diferentes órganos y servicios universitarios".

Así pues, y conscientes de la misión a ellos encomendada, los Defensores Universitarios de España deciden expresar  públicamente su preocupación en relación al proceso de reformas emprendidas por el Gobierno y que afectan al ámbito universitario. Especialmente preocupante resulta el Real Decreto-Ley 14/2012 de 20 de abril, particularmente en lo relativo al aumento de tasas y precios públicos de los estudios universitarios, al régimen de dedicación del profesorado y al procedimiento de creación, modificación y supresión de centros y títulos de enseñanzas universitarias. Esta inquietud y malestar está motivada tanto por la forma seguida en la elaboración de la norma, sin ningún contacto formal previo con las partes interesadas, como por el fondo, ya que los cambios legales afectan sustancialmente al modelo de universidad pública.

Consideramos que las emergencias que afectan al país, y que exigen urgentes reformas, ajustes y recortes, en modo alguno pueden justificar la quiebra de la autonomía universitaria o del autogobierno de las Comunidades Autónomas (CCAA); tampoco pueden justificar el recurso sistemático al decreto-ley, renunciando al sano ejercicio de una democracia deliberativa y participativa. Sin ésta no es posible construir proyectos compartidos y perdurables. La forma de gobernar y gestionar los asuntos públicos ha de asumir la complejidad de perspectivas, incorporando la diversidad de intereses contrapuestos y articulando mecanismos de diálogo y concertación. Esta exigencia se hace mucho más inexcusable cuando el contenido de las reformas tiene un carácter estructural, afectando a aspectos sustantivos de nuestro sistema universitario, y en el que están en juego unos derechos y prestaciones inherentes a nuestro modelo de Estado social.

Los Defensores Universitarios de España, en el legítimo ejercicio de su función de supervisión, mediación y propuesta, y en su afán  de seguir contribuyendo eficazmente a la buena gobernanza de nuestro sistema universitario, hacen un llamamiento en favor de la inmediata recuperación de la democracia deliberativa, la concertación y el diálogo entre las partes interesadas (Gobierno, Oposición, CCAA, Universidades, Sindicatos, asociaciones estudiantiles y demás actores afectados). Sólo así se podrá hacer frente de manera responsable y exitosa al estado de emergencia que viven nuestras sociedades, y también nuestras Universidades; y solo así los derechos y libertades de los miembros de la comunidad universitaria gozarán de una mayor garantía, evitando al mismo tiempo la precipitación, la imposición y el rechazo, lo que en definitiva deslegitimaría todo el proceso de cambio que las circunstancias demandan.

Madrid, 10 de mayo de 2012.
Los Defensores Universitarios de España

domingo, 6 de mayo de 2012

Hablemos de la revolución


Tracy Chapman nació en Cleveland, Ohio. Con tan sólo 11 años componía ya sus propias canciones a la guitarra. Durante su formación universitaria, alternó sus estudios con actuaciones en la calle y en algunos cafés de Cambridge, Massachusetts. A los 24 años lanzó canciones impactantes como esta "Talking about a revolution", que se convirtió casi en el himno de la revolución tunecina de 2011, o "Fast car" en donde la esperanza y el desencanto se entretejen un modo inquietante, que deja el final abierto tanto a los optimistas como a los pesimistas.
Nunca una voz tan dulce y unos rasgos afroamericanos tan cálidos han hablado tan crudamente de la dureza de la vida y de nuestro perpetuo naufragio como seres humanos.

Don't you know
They're talkin' bout a revolution
It sounds like a whisper
Don't you know
They're talkin' about a revolution
It sounds like a whisper

While they're standing in the welfare lines
Crying at the doorsteps of those armies of salvation
Wasting time in the unemployment lines
Sitting around waiting for a promotion

Poor people gonna rise up
And get their share
Poor people gonna rise up
And take what's theirs

Don't you know
You better run, run, run...
Oh I said you better Run, run, run...
Yes, finally the tables are starting to turn
Talkin' bout a revolution

sábado, 5 de mayo de 2012

Amnistía Internacional y la petrolera Shell:


Shell contamina: Y luego ni paga ni limpia. ¡Actúa!
En 2008, una negligencia de Shell causó dos vertidos que contaminaron
una región del Delta del Níger. El vertido destrozó la zona, echando a
perder las tierras y los ríos y aumentando la pobreza de la población.
A pesar de los enormes beneficios que tiene como empresa,
Shell se niega a reconocer el desastre, a limpiar la zona y a pagar
las indemnizaciones. Ayúdanos a conseguir que pague y limpie.
http://web.es.amnesty.org/shell-delta-del-niger/

viernes, 4 de mayo de 2012

El trampolín



SALTAR AL VACÍO
De niño le daba miedo subir al trampolín de la piscina. Llegaba a lo más alto, caminaba por el tablón, se asomaba al borde, con una mezcla de vértigo y ganas, y aunque el agua allí abajo ofrecía mil promesas, también le asustaba pensar en todo lo que podía salir mal. «¿Y si me doy un planchazo? ¿Y si no es tan hondo como parece? ¿Y si alguien se ríe?» Y así estaba, un paso adelante, y otro paso atrás, sin decidirse nunca a saltar. 

No recordaba la cantidad de ocasiones en que se había rendido. Desistía. Volvía a bajar por la escalerilla, con una mezcla de vergüenza y decepción, y el estómago encogido por la frustración y los nervios. Pero aunque trataba de no volver a subir, la promesa de zambullirse, al fin, en el agua fresca, le atraía de nuevo a lo alto. Llegó el día en que pudo más el anhelo que la prudencia, la promesa que la desconfianza, el valor que el miedo. Se acercó al extremo. Miró abajo. Se dejó caer inclinando el cuerpo para que la cabeza fuera por delante. Y en esos instantes eternos de vuelo y júbilo, antes de sumergirse en el agua viva, tuvo la certidumbre de que el riesgo merecía la pena.

José Mª Rodríguez Olaizola, SJ

(Fuente: pastoral SJ)

miércoles, 2 de mayo de 2012

En el cumpleaños de Kircher





Tal día como hoy, un dos de mayo de 1602, festividad de san Atanasio, nació Athanasius Kircher en Geisa, cerca de Fulda (Alemania).

Han pasado más de cuatrocientos años y todavía seguimos recordando la originalidad de su figura y nos sigue asombrando la extensión de sus inquietudes. En un mundo superespecialidado como el de hoy, donde cada científico se ocupa de un campo minúsculo y donde parecen haberse perdido las relaciones de perfecta complementariedad entre las ciencias y las humanidades, urge recuperar su figura y la de otros como él. Al menos como ejemplos de "pontífices" --en el mejor y más sano sentido del término-- es decir, como personas que supieron "establecer puentes" entre diferentes áreas del saber y animarnos a todos a transitar por ellos.





NOTA BIOGRÁFICA:
Athanasius Kircher nació en Geisa (Alemania), el 2 de mayo de 1602. Fue el último de los nueve hijos del teólogo alemán Johann Kircher, en cuya extensa biblioteca Athanasius descubrió pronto el placer de los libros.

En 1618, a los 17 años, ingresó en el noviciado jesuita de Paderborn. La Guerra de los Treinta Años le obligó a interrumpir sus estudios de filosofía y a huir de la ciudad a pie, a través de la nieve, hasta Colonia, donde completó su formación. Fue profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales en los colegios de Heiligenstadt, Mainz y Wurzburgo. En aquel tiempo estuvo muy interesado en el magnetismo, tema de su primer libro, Ars Magnesia (1631). Su interés por la escritura jeroglífica le dio cierta fama y eso hizo que en 1635 el Papa Urbano VIII lo nombrara profesor de matemáticas en el Colegio Romano, puesto que desempeñó durante ocho años. En 1643, relevado ya de sus obligaciones docentes, se dedicó por entero al estudio y a la investigación. En 1651 fundó, junto al Colegio Romano, el denominado Museo Kircheriano, uno de los primeros museos de la ciencia abiertos al público, donde reunió una extensa colección de artefactos, curiosidades naturales y aparatos científicos. Gran número de investigadores, artistas (como el propio Velázquez) y personajes de la nobleza acudieron a visitarle y a recibir su magisterio.

Ahanasius Kircher falleció en Roma en 1680, a los 78 años, y fue enterrado en el Gesú, aunque dicen que, siguiendo su deseo, su corazón fue extraído y llevado a la iglesia de San Eustaquio, cuyas ruinas él mismo había descubierto, excavado y reconstruido posteriormente.


Y hace justo cinco años que nació este blog de KIRCHER LANDSCAPE, precisamente para honrar su memoria. Y empezó bien, pero luego, contagiado del espíritu disperso y diverso del personaje, acabó por convertirse en una especie de escaparate de anticuario. Kircher, que era afable y paciente, sabrá perdonarme.


Convocatorias:

Antonio Ramos es un historiador que conoce como pocos el uso de los cañones como mecanismo de protección de esquinas y cantones, especialmente en una época en que el paso de carruajes por las estrechas calles de Cádiz solía deteriorar bastante el estado de las esquinas.
Ha reunido cuidadosamente sus estudios en este libro (pinchar sobre la tarjeta de invitación para leerla), que se presentará oficialmente el próximo domingo 6 de mayo en Cádiz.
El acto ha cambiado de hora: será a las 20:30 (en vez de a las 18:30 como se anunció inicialmente).

¡Felicidades, Antonio!