¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

domingo, 13 de mayo de 2012

Contra el fundamentalismo religioso



 “Tus creencias se convierten en pensamientos…
Tus pensamientos se convierten en tus palabras…
Tus palabras se convierten en tus actos…
Tus actos se convierten en tus hábitos…
Tus hábitos se convierten en tus valores…
Tus valores se convierten en tu destino…”
 (GANDHI)


Mi amiga Inma Moreno me hace ver, con excelente criterio, que la cita de Mahatma Gandhi podría ser entendida también como un elogio de las creencias religiosas. Desde luego, tiene razón y probablemente ése fue el sentido original de la cita. Yo hago otra lectura (ésa es la grandeza de los buenos textos), en clave de advertencia: nuestras creencias deberían ayudarnos a labrarnos un destino personal e irrepetible. También en ello Gandhi fue un maestro del espíritu, porque las suyas eran creencias con un destino abierto, esperanzado.

Porque forjó sus pensamientos bajo el prisma del tiempo concreto en que le tocó vivir y no se limitó a heredarlos sin mayor crítica.

Porque sus palabras eran palabras "con orejas",  abiertas a las palabras de los otros, incluso de sus detractores.

Porque el fundamentalismo es, en definitiva, la forma más estúpida de la sordera, creo yo.
Cuidado, pues, con las creencias que conducen a un destino dictado de antemano y no se enriquecen a lo largo del camino. Creer y crecer van juntos y no merecería la pena el viaje si no fuera así.

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