“Tus creencias se convierten
en pensamientos…
Tus pensamientos se convierten
en tus palabras…
Tus palabras se convierten en
tus actos…
Tus actos se convierten en tus
hábitos…
Tus hábitos se convierten en
tus valores…
Tus valores se convierten en
tu destino…”
(GANDHI)
Mi amiga Inma Moreno me hace ver, con excelente criterio, que la cita de Mahatma Gandhi podría ser entendida también como un elogio de las creencias religiosas. Desde luego, tiene razón y probablemente ése fue el sentido original de la cita. Yo hago otra lectura (ésa es la grandeza de los buenos textos), en clave de advertencia: nuestras creencias deberían ayudarnos a labrarnos un destino personal e irrepetible. También en ello Gandhi fue un maestro del espíritu, porque las suyas eran creencias con un destino abierto, esperanzado.
Porque forjó sus pensamientos bajo el prisma del tiempo concreto en que le tocó vivir y no se limitó a heredarlos sin mayor crítica.
Porque sus palabras eran palabras "con orejas", abiertas a las palabras de los otros, incluso de sus detractores.
Porque el fundamentalismo es, en definitiva, la forma más estúpida de la sordera, creo yo.
Cuidado, pues, con las creencias que conducen a un destino dictado de antemano y no se enriquecen a lo largo del camino. Creer y crecer van juntos y no merecería la pena el viaje si no fuera así.
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