El doctor Víctor Guimerá es pediatra, una profesión que ejerce con minuciosidad y sensatez meritorias y poco habituales hoy. Luego, el tiempo que le dejan sus actividades clínicas, lo dedica a la fotografía de aves. Ha viajado ya por medio mundo en busca de especies poco comunes y habla con pasión de los preparativos y de los recursos de ingenio, siempre distintos, que tiene que desplegar para acercarse a las aves sin que él levante suspicacias ni ellas levanten el vuelo.
Pasarse horas sumergido en el agua con esas botas de pescador que le llegan a uno hasta el pecho, contener la respiración tras el armazón de ramas del hide cuando los adultos llegan a cebar a las crías, provocar a los machos de los contornos con reclamos sonoros imitando a un competidor, trepar a los árboles y moverse por las ramas con la lentitud de un perezoso de tres dedos, echar cuerpo a tierra para pasar desapercibido en un pastizal o atraer a las hembras con equívocos trinos seductores... grabados en un mp3, son sólo algunas de sus tretas. Son métodos que demuestran que el doctor Guimerá cumple de sobra los requisitos de observación y paciencia que se requieren para ser buen pediatra y buen ornitólogo.
Pasarse horas sumergido en el agua con esas botas de pescador que le llegan a uno hasta el pecho, contener la respiración tras el armazón de ramas del hide cuando los adultos llegan a cebar a las crías, provocar a los machos de los contornos con reclamos sonoros imitando a un competidor, trepar a los árboles y moverse por las ramas con la lentitud de un perezoso de tres dedos, echar cuerpo a tierra para pasar desapercibido en un pastizal o atraer a las hembras con equívocos trinos seductores... grabados en un mp3, son sólo algunas de sus tretas. Son métodos que demuestran que el doctor Guimerá cumple de sobra los requisitos de observación y paciencia que se requieren para ser buen pediatra y buen ornitólogo.
Publicamos aquí algunas de sus recientes fotos en la Patagonia argentina. La primera imagen (arriba) corresponde a un ave carroñera (nótese la cara desprovista de plumas) que en Argentina y Chile llaman caracara o carancho (Polyvorus plancus). Entre los argentinos es frecuente el dicho "desordenado como nido de carancho", expresión que hace referencia al desaliñado nido de estas aves, construido con palitroques poco trabados y dispuestos sin muchas precauciones. [Familia: Falconidae].
Sobre estas líneas, un rayadito (Aphrastura spinicauda), que a mí me recuerda un poco a los reyezuelos de nuestras latitudes paleárticas. Construye un nido de barro en forma de horno, conducta que da nombre a la familia taxonómica: Furnariidae.
Y aquí debajo un macho de cometocino patagónico (Frygilus patagonicus). Ignoro las razones de este nombre. Yo le hubiera llamado pinzón dorado o algo así. [Familia: Emberizidae].
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