¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

sábado, 27 de marzo de 2010

MARAÑÓN en cuatro pinceladas



Se cumplen hoy 50 años del fallecimiento de uno de los médicos humanistas más destacados del siglo XX: el Dr. Marañón, iniciador en nuestro país de la Endocrinología como especialidad médica y como apasionante campo de investigación, que prosiguieron muchos de sus discípulos. En los días previos, también desde el blog Tiempo para la memoria, el profesor Francisco Doña ha venido anunciando oportunamente la efemérides con tres magníficas entradas: "Gregorio Marañón, Jerez y el vino", "Marañón: una imagen y 143 palabras". y "Marañón: trapero del tiempo". Recomendamos su lectura.

Desde el blog de Kircher nos sumamos también al homenaje a este insigne intelectual español con cuatro pinceladas. Son cuatro evocaciones diversas en su origen y en su estilo, pero coincidentes las cuatro en la admiración por el personaje. Aquí están:

I
LA BIOGRAFÍA
Gregorio Marañón y Posadillo nació en Madrid en 1887, en cuya Universidad realizó los estudios de Medicina. Tras una estancia de cuatro años en Alemania, donde trabajó con Ehrlich, regresó a España e inició su actividad clínica. En 1911 se casó con Dolores Moya (“Lolita”), que se implicó muy directamente en la actividad profesional de su marido, brindándole un apoyo que el propio Marañón reconoce como impagable para el éxito de su trabajo. 

Escritor prolífico y conferenciante de prestigio (habilidad que dice haber aprendido de su maestro el profesor San Martín), fue miembro activo de cinco Reales Academias españolas y de otras diez en el extranjero. Ha dejado varios ensayos históricos de extraordinario interés y calidad, en los que cobra especial relevancia el análisis de los aspectos biológicos y clínicos de sus personajes. Este género literario mixto, a caballo entre la Historia y la Biología, y dotado de extraordinaria calidad formal, se ha dado en llamar “ensayo biológico”. 

Sus pacientes lo recuerdan como persona de gran magnetismo personal y de trato cercano y afectuoso. Y todos coinciden en la capacidad terapéutica que estas cualidades parecían obrar en su trabajo como médico. 

Junto con el Dr. Hernando es autor del primer gran tratado de Medicina Interna en España, su Manual de diagnostico etiológico (1946), que conoció trece ediciones y fue ampliamente traducido. 

Gregorio Marañón falleció en Madrid el 27 de marzo de 1960, a la edad de 72 años. En aquellos años las proyecciones cinematográficas se iniciaban obligadamente con un Noticiario Documental Cinematográfico que llamábamos el NODO. Gracias a YouTube, disponemos de algunas imágenes de época que hoy nos resultan de extraordinario valor histórico. Y hasta el tono grandilocuente del comentarista nos transporta desde aquí a la España de aquella época: 



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II 

EL POETA onubense Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura en 1956, le dedicó unas líneas que definen muy bien el efecto beneficioso y estimulante que sus maneras producían en sus pacientes y en sus colaboradores: 

Llega uno a él como a esos parajes gratos donde es bueno reposar. Desde él se ve el mar y el día azul está sobre nosotros, fijo, seguro de que no nos va a dejar. ¿Es un pino-hombre el que nos habla, arraigado firmemente, con nidos en su copa? 
(Juan Ramón Jiménez) 

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III 
UN RECORRIDO en imágenes y palabras por la vida de Marañón en este otro vídeo de YouTube:

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y IV
El Dr. José Manuel Reverte Coma, experto en Antropología Forense, fue alumno y colaborador cercano de Marañón, quien dirigió también su tesis doctoral “El bocio en Panamá”. He encontrado esta entrevista que Reverte hizo a Marañón, cuando aquel era un joven licenciado. Escrita con buen estilo literario, dice mucho de la personalidad de Marañón. Aquí está, aunque carece de referencia de fecha. La he tomado de la página de Francisco Jiménez Borreguero sobre Marañón, extractando los fragmentos de la conversación que me han parecido más relevantes:

REVERTE COMA ENTREVISTA A MARAÑÓN:

Hace muchos, muchos años, recién terminados mis estudios en la Facultad de Medicina de San Carlos de Madrid, trabajé una temporada como periodista. Fue entonces cuando tuve la idea de entrevistar al Dr. Gregorio Marañón, el gran clínico, profesor de la Universidad y uno de los primeros endocrinólogos del mundo. Sólo mi juventud, audaz en demasía, era capaz de intentar semejante hazaña.(…) 

Dispuesto a todo, hablé con él en un descanso de las sesiones, le expuse mi pretensión y con su sonrisa característica, me miró fijamente. No sé si notó mi temblor, pero sostuve su mirada y pasados unos segundos que me parecieron eternos, le oí, como si su voz viniese de muy lejos que me decía:

-"Pásese mañana a las siete de la tarde por mi casa y hablaremos"
(...)
Entré en el imponente despacho y allí estaba él, el escritor de los médicos y el médico de los escritores. 

-"Buenas tardes, profesor, ¿cómo está usted? Muchas gracias. No sé cómo disculparme por mi atrevimiento, pero hacía tiempo que había propuesto a mi director en el periódico el hacer esta entrevista y como la idea le gustó, esperaba este momento con ansiedad". 

- "Le ruego se sienta como en su casa. Conozco a su director. Sé que aprecia su trabajo. Y me alegra mucho poder ayudarle". 

Sus palabras, serenas, tranquilizantes, propias de su estilo, me dieron ánimos para proseguir. El ambiente era acogedor. La bien ordenada Biblioteca estaba templada por una calefacción invisible que la hacía más agradable. A un lado, una gran mesa de trabajo, llena de papeles y de libros, dominaba la escena. Detrás, un balcón que daba a la plaza que hoy lleva el nombre del gran maestro de la Medicina que tenía ante mí. 

"Mi primera pregunta Don Gregorio, si me lo permite, es: ¿Cuál es el secreto de su vocación?" 

Me miró profundamente. 

"¿Mi vocación? ¿Usted cree que tenemos una vocación? No, usted y yo y otros muchos, tenemos muchas vocaciones, a veces muy escondidas. Las circunstancias de la vida, de cada vida personal, nos empujan en una u otra dirección. Todo, hasta aquello tan aparentemente insignificante como el correr de mi pluma, tiene un sentido providencial. 

-"En usted se ha visto claro que la vocación médica iba de la mano con la histórica". 

- "Entre nosotros, creo que la Historia fue primero. La Biblioteca de mi padre era una fuente inagotable en la que bebía con abundancia. Me gustaba leer los clásicos y especialmente unas colecciones que tenía de "La Ilustración Española y Americana" y "El Mundo Universal". Aquellas revistas eran para mí como una selva encantada. Aquellas lecturas me apasionaban. Pero siempre creí que mi inclinación se dirigía hacia la Psicología y más tarde hacia la Neuropsiquiatría. Pero mi viaje a Alemania y especialmente cuando conocí a Ehrlich, me hizo comprender lo que era la vocación médica". 

"En la vocación médica se entremezcla un gran amor al prójimo, con un deseo de curar o al menos de aliviar sus males, un afán de investigar, de correr en pos de la verdad y el deseo de enseñar lo que se ha aprendido sobre el conocimiento del hombre. Siempre he tenido muy presente la obra de Cajal "Reglas y Consejos sobre la Investigación Científica". 

"Cuéntele todo eso a sus lectores jóvenes. Quizás algo les pueda ser útil. No hay ningún secreto en mi vocación como ve, excepto la pluralidad de caminos y formas en que esta vocación llegó a concretarse." 

"¿Qué personas, qué maestros han ejercido más influencia en su vida profesional?" 

"Al comienzo dediqué la mayor parte del tiempo a estudiar Medicina. Del inolvidable maestro el Dr. Federico Olóriz recibí estímulos tan directos y ejemplares que a ellos debo gran parte de mi vocación y de mi entusiasmo por nuestra ciencia. Hacia la Medicina Interna y la Endocrinología fueron sin duda Madinaveitia y Alonso Sañudo los que más influyeron en mí. El primero, de quien fui alumno interno, me orientó hacia la Clínica y el segundo hacia la Patología Médica. Con Alejandro San Martín aprendí a ser publicista médico. Don Alejandro fue un gran cirujano, pero hubiera sido mejor fisiólogo. Era la cabeza más clara que haya pasado por la Facultad de Medicina de San Carlos. Más tarde, cuando mi vocación estaba ya formada, influyeron mucho Cortezo, Simarro y Gómez Ocaña. Pero Cajal y su obra me dieron, como a todos los que le conocimos, un sello especialmente personal". 

"Volviendo a su pregunta sobre la vocación, es preciso anotar que el que quiere estudiar, salvo raros casos de vocación muy temprana y muy definida, ha de elegir la profesión a una edad en que la vocación, que es en su fondo biológico, aptitud, no ha madurado todavía. Así, en plena nebulosidad de la adolescencia, ha de ser decidido nuestro futuro social sin aparente razón de peso. A veces será la tradición familiar, o por hacer lo mismo que hace un amigo o bien el mandato de un padre cuando la genuina vocación está aún dormida". 

"Su obra, que puede calificarse de impresionante, le habrá exigido muchas horas restadas al descanso". 

"En todo momento he tenido dos grandes ayudas, la de Lolita, mi esposa, que ha sido la que ha mantenido mi archivo en orden y la de mi hermano José María, gran conocedor del Archivo de Simancas. Otra gran ayuda fue la paz que encontré en mi finca de Toledo "El Cigarral de Menores", donde he escrito la mayor parte de mis libros. En "El Cigarral" han transcurrido mis mejores horas, las más fecundas. Allí, en un hueco que hay debajo de la escalera, me ha gustado siempre refugiarme para leer o escribir (sonrió al decir esto). En la paz que allí se respira, mi alma siempre se ha serenado, todo mi ser se restauraba, comprendía el pasado y pensaba en el futuro. Por las tardes, siempre me ha gustado dar un paseo por Toledo, esa ciudad maravillosa por cuyas viejas y estrechas calles, llenas de escudos señoriales, siempre está uno esperando que aparezca un viejo caballero vestido a la antigua usanza con capa, espada, botas de espuelas y chambergo con una pluma". 

"Sus mejores triunfos han sido sus libros, ¿no es cierto?". 

"Mi mayor triunfo han sido mis hijos y luego, esos hijos espirituales que son los libros. Amo a mis libros como amo a mis hijos... "Biopatología de Antonio Pérez", "El Greco y Toledo", "Elogio y nostalgia de Toledo", "Ideas biológicas del P. Feijóo", "El Conde-Duque de Olivares", "Los Tres Vélez" y todos los demás. No sabría decidirme por ninguno en especial si tuviese que elegir". 

Ante mi sorpresa, se levantó de su butaca, se dirigió a la mesa de trabajo y tomó un libro. Volvió a sentarse y escribió unas líneas en la primera página y me lo ofreció. Quedé maravillado. Era una bella edición, imposible de encontrar en las librerías, de su obra "Ideas biológicas del P. Feijóo". 

"Es para Usted". 

- "Muchas gracias Don Gregorio", pude apenas balbucear. "Aprecio mucho este obsequio y espero que algún día podré seguir la senda que Usted nos ha trazado". 

"Perdóneme si le estoy quitando mucho de su tiempo. Pero, tengo aún un par de preguntas que me gustaría hacerle si me lo permite". 

"Dígame". 

"¿Podría saber la razón de que entrase en el camino de la política? ¿No tenía bastante con la Ciencia, la Literatura y la Historia?". 

- "Es una larga historia. No soy sabio, ni filósofo, ni gracias a Dios político. Soy sólo un hombre de acción. Como sabe seguramente, fui un buen amigo del Rey Don Alfonso XIII, pero también fui uno de los que trajeron la República a España. Se me ha llamado cariñosamente "El partero de la República". Sería largo de contarle todo lo que me llevó a esto que es un aparente contrasentido, pero varios meses después de la proclamación, después del año 1931, con Alfonso XIII fuera de España, pude comprender y otros muchos conmigo, que habíamos cometido una gran equivocación. Vimos, demasiado tarde por desgracia, que aquello nos conducía a la guerra civil y fué entonces cuando oímos aquellas horribles expresiones de: "¡Abajo los traidores! ¡A muerte con ellos! ¡Que se vayan!". Y las muchedumbres, desatadas, empezaron a quemar iglesias, saqueándolo todo, asesinando indiscriminadamente sacerdotes, monjas y seglares. Durante la guerra civil viví en Francia con mi familia, en Inglaterra y en Argentina". 

"Los años que viví en París, durante la guerra, fueron fundamentales en mi vida. Trabajé mucho, libre de ataduras sociales. Viví, a la fuerza, modestísimamente, y tuve también tiempo, que antes no había tenido, para conocerme a mí mismo". 

"Y conocí América y puede creerme que el español que ha estado en América, incorpora para siempre a su corazón un elemento perdurable que es la nostalgia de aquellas tierras, la irremediable nostalgia de América que no nos abandonará jamás". 

Era demasiado abusar de mi maestro y su valioso tiempo. Decidí no molestarle más. Nos levantamos. Su robusta figura parecía llenarlo todo. Un fuerte apretón de manos con su cálida sonrisa puso fin a nuestro encuentro. Me deseó mucha suerte, y me acompañó delicadamente hasta la puerta. Allá quedaba el maestro entre sus libros, sus papeles, sus nostalgias y los miles de imágenes de una vida vivida en plenitud por el hombre más humano que he conocido.

4 comentarios:

  1. No lo dice el amigo, Juan Valentín, lo dice el lector apasionado de todo cuanto se refiere a D. Gregorio Marañón: Éste es el mejor artículo que he leído sobre él. Y no me extraña que lo hayas escrito tú.

    Muchas gracias por mencionarme al iniciar tu entrada. Es un honor que me haces.

    Que disfrutes de un merecido descanso en Semana Santa (descanso "activo", seguro) y ya te felicitaré la Pascua.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Querido Juan, a veces me pregunto si es cierto todo eso que se escucha en la cale. ! la medicina se esta deshumanizando¡.
    Admiro el trabajo que realizas , y sobre todo, de donde sacas el tiempo para hacer todo lo que haces, incluido ete blog.

    Imagino que ejercer la medicina como se realiza actualmente( deshumanizandose paulitinamente) te resta tiempo para dedicarlo al paciente , ( y mira que yo lo intento), para realizar trabajo de investigacion , para realizar docencia , y para despues de todo esto además dedicarse a escribir.

    Nos toco vivir una epoca , al menos en casa, donde la vocacion , aun siendo importante, no era el único factor. Si es cierto que nunca es unica, y que en muchas ocasiones es el oficio el que te lleva a la vocacion , y no la vocacion al oficio.

    En fin, habra que mirar al pasado para pensar que al igual que otros antes, en un futuro podremos escribir ese libro que aun está pendiente.

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  3. Muchas gracias a Francisco Doña por sus palabras entusiastas y profundamente generosas. Dos adjetivos que lo definen a él también como persona.

    Muchas gracias también a José Antonio Herrero, por la asiduidad con que me consta que sigue estas entradas y por los oportunos comentarios, que enriquecen las visiones de este blog. Cualquier paisaje, visto con los ojos inquietos de Kircher (Kircher landscape), descubría matices insospechados, era susceptible de interpretaciones superpuestas y se volvía poliédrico, como las pinturas del cubismo.

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  4. Interesantísimo artículo, estimado Juan. He llegado a él gracias a nuestro común amigo Francisco, y lo he enlazado en el que he editado recientemente sobre la figura de nuestro admirado Marañón. ¡Enhorabuena por tan acertadas pinceladas!
    Un cordial saludo.

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