El sistema nervioso es terreno propicio para las metáforas. La intrincada maraña de los reticularistas, donde Cajal supo ver magistralmente unidades celulares independientes, se ha comparado a un árbol, a un bosque, a una red, a una encrucijada, a un laberinto, a una galaxia...
Sus predilectas eran las células piramidales de la corteza cerebral, a las que solía llamar "las mariposas del alma", en la certeza de que sus conexiones y su electrizante "aleteo" funcional explicaría en el futuro muchas cosas sobre lo que somos y el modo en que interpretamos el mundo y a nosotros mismos.
Inspirado en los descubrimientos de Cajal, el físico y poeta David Jou, catedrático de Física de la Materia Condensada en la Universidad Autónoma de Barcelona, escribió:
Ni cables ni vasos: células,
una tras otra, una al lado de otra,
células como árboles, como pirámides,
como columnas, como mariposas, como redes,
a contraluz en el microscopio,
células próximas pero separadas
por unos minúsculos espacios que veo por primera vez
ahora,
después de tanto buscarlos
en tantos tejidos, con tantos colorantes:
células -neuronas-, espacios -sinapsis-
(los nombres vendrán más tarde),
células como astros
en un universo de laberintos y de memoria.
Aquí la materia hace los saltos más prodigiosos:
los sentidos,
los instintos,
la memoria,
la inteligencia.
Aquí la materia se vuelve
deseo, angustia, voluntad.
Entraré en este bosque mágico
que sé teñir de incendio, de otoño o primavera,
habitaré en este paisaje de rayos invisibles,
de canales que se abren y se cierran,
y seré el astrónomo de este cielo interior
y el leñador de esta espesura de electricidad y de música.
David Jou, "El éxtasis y el cálculo". Barcelona, 2002.
Más sobre David Jou en Wikipedia.
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