Un hombre anciano murió y dejó en herencia a sus tres hijos diecisiete elefantes. En el testamento dejó dispuesto que la mitad fueran para el hijo mayor, un tercio para el segundo y un noveno para el tercero.
Los hijos no sabían cómo hacer la división, porque no había modo de dividir exactamente diecisiete entre dos ni entre tres ni entre nueve. Y hasta parecían dispuestos a partir un elefante en trozos para terminar con aquella discusión. "Nuestro padre era tonto y nos ha dejado en herencia un dilema", decían.
En aquel momento acertó a pasar por allí, montado sobre su elefante, un ministro del rey que iba de viaje hacia Calcuta. Escuchó el problema de aquellos tres hermanos y les dijo: "No os preocupéis por tan poca cosa. Mirad: tomad mi elefante y haced ahora la división".
Los tres hermanos no entendían cómo aquel ministro podía ser tan generoso, habida cuenta de que necesitaría su elefante para proseguir su viaje, pero hicieron lo que el ministro les sugería. Ahora había dieciocho elefantes. El primer hijo cogió la mitad, es decir, nueve; el segundo cogió la tercera parte, es decir, seis y el tercero cogió la novena parte, es decir, dos elefantes. La suma hacía diecisiete.
Los tres hermanos, muy contentos, le dieron las gracias al ministro, que subió de nuevo a su elefante, el decimoctavo, y, despidiéndose de ellos, prosiguió tranquilamente su viaje hacia Calcuta.
(De un viejo cuento hindú)
jeje pero eso en realidad es trampa, por que ahí el primer hermano no se quedo con la mitad de 17 elefantes jeje...
ResponderEliminar