Mi amigo Ángel, el hortelano, me explicó un día que hay que sembrar los ajos en invierno, de modo que se pueda cumplir el dicho: "en enero, el ajo puntero". Es decir, que en enero asomen ya los brotes verdes en la huerta. Yo le propuse aquella adivinanza de cuando era niño, que es lo único que entonces sabía sobre ajos:
"Tiene cabezay no es un animal.No tiene boca,pero tiene dientesy pica"
La herboristería y la tradición médica popular han insistido siempre en las propiedades del ajo como remedio casero frente a los problemas circulatorios. Se escuchaban incluso chistes sobre cómo algunos municipios, malinterpretando el consejo, habrían sembrado de ajos las cunetas de sus carreteras comarcales, porque habían oído decir que "es bueno pa' la circulación".
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Pues hoy, la medicina científica ha logrado demostrar que aquella suposición tiene fundamento bioquímico y los efectos del ajo como hipotensor parecen cobrar también solvencia estadística, gracias a un estudio realizado recientemente en la Universidad de Adelaida (Australia), según publica hoy la revista JANO.
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El ajo puede consumirse crudo o en polvo, tal como lo venden en cualquier frutería. Los herbolarios lo comercializan también en comprimidos y en perlas.
En algunos lugares he oído que tratan también con ajo las picaduras de algunos insectos. Hasta nuevos estudios, sin embargo, personalmente me siguen dando más confianza los antihistamínicos y corticoides de la medicina convencional.
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Éste es el articulo que publica hoy la revista JANO:
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Disminución de la presión arterial con suplementos de ajo
La reducción de las cifras de PAS es similar a la que se logra con la administración de betabloqueantes
Los suplementos de ajo ayudan a mantener la presión sanguínea más baja. Un efecto que, además y como concluye el trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Adelaida (Australia) y publicado en el último número de la revista BMC Cardiovascular Disorders, resulta tan efectivo como el que inducen algunos medicamentos específicos para el tratamiento de la hipertensión.
Los investigadores identificaron 11 estudios en los que los participantes recibieron 600 ó 900 miligramos de ajo o placebo entre 12 y 23 semanas. Los datos mostraron que aquellos a los que se había administrado ajo experimentaban una reducción media de 4,6 mmHg de su presión arterial sistólica (PAS).
Por tanto, y según recuerdan los autores, el efecto resulta similar al que se consigue con la administración de algunos antihipertensivos específicos, caso de los betabloqueantes, con los que se logra una reducción media próxima a los 5 mmHg.
Un efecto, en definitiva, ciertamente importante dado que, como concluyen los autores, la disminución media de 4 ó 5 mmHg de la PAS y de 2 ó 3 mmHg de la presión arterial diastólica (PAD) podría conllevar a una reducción significativa de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, la principal causa de mortalidad en todo el mundo, en la población general.
Los suplementos de ajo ayudan a mantener la presión sanguínea más baja. Un efecto que, además y como concluye el trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Adelaida (Australia) y publicado en el último número de la revista BMC Cardiovascular Disorders, resulta tan efectivo como el que inducen algunos medicamentos específicos para el tratamiento de la hipertensión.
Los investigadores identificaron 11 estudios en los que los participantes recibieron 600 ó 900 miligramos de ajo o placebo entre 12 y 23 semanas. Los datos mostraron que aquellos a los que se había administrado ajo experimentaban una reducción media de 4,6 mmHg de su presión arterial sistólica (PAS).
Por tanto, y según recuerdan los autores, el efecto resulta similar al que se consigue con la administración de algunos antihipertensivos específicos, caso de los betabloqueantes, con los que se logra una reducción media próxima a los 5 mmHg.
Un efecto, en definitiva, ciertamente importante dado que, como concluyen los autores, la disminución media de 4 ó 5 mmHg de la PAS y de 2 ó 3 mmHg de la presión arterial diastólica (PAD) podría conllevar a una reducción significativa de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, la principal causa de mortalidad en todo el mundo, en la población general.
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