¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

martes, 15 de abril de 2008

Relatos hiperbreves

Ya Jorge Luis Borges se quejaba de que algunos escritores se empeñaran en contar en quinientas páginas lo que muy bien se podría decir en sólo cinco. Por eso Borges eludía las enjundiosas novelas y prefería la brevedad elocuente del relato.

Hoy, que nadie tiene tiempo para nada, se han puesto de moda los relatos hiperbreves. Un desafío para la imaginación y para la técnica literaria. Hay ya verdaderos maestros en el arte de contar historias en el exiguo espacio de unas cuantas líneas. Ahí va un ejemplo, una historia contada en sólo cinco líneas y con diálogos incluso:

SIEMPRE HAY UNA DISCULPA PARA SALIR A BEBER
Me compré una barra de bar porque quería dejar de salir a beber por ahí. Nada más montarla, me puse a un lado de la barra y pedí una cerveza. Fui al otro lado y pregunté: "¿Con alcohol o sin alcohol?" Me cambié otra vez de sitio y contesté: "¡Con alcohol, imbécil!" "¡Imbécil será usted!", me respondí. "A mí nadie me trata así", contesté, "me voy a otro bar". Al salir di un portazo. Allí quedó el otro con su mierda de negocio.

©Jesús Alonso


Cuentan que, allá por los años 20, Ernest Hemingway (en la foto) ganó una apuesta a un amigo. Se trataba de escribir la historia más corta que fuera capaz de impactar al lector. Hemingway lo consiguió con sólo seis palabras. El texto en inglés era: "For sale: baby shoes, never worn" (Es decir, se venden unos zapatitos de bebé, que no llegaron a estrenarse.) El texto, guarda entre líneas el aire de alguna tragedia familiar y todo lector se queda intrigado con la suerte de aquel niño. Probablemente, nuestra imaginación y nuestros temores personales son capaces de completar lo que el escritor no dijo, lo cual nos vuelve inmediatamente cómplices de esta historia, que acaba afectándonos directamente.

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