¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

jueves, 24 de mayo de 2012

Lectio, de Dino Valls


LECTIO (2006)
Óleo sobre tabal
25 x 25 cm

La imagen que hemos elegido esta vez para la portada de Panace@ es, probablemente, una de las obras más conocidas de Dino Valls. Desde un estrecho primer plano, un rostro prepuberal ambiguo ─probablemente femenino, quizá masculino─ nos interroga a todos. El equilibrio y la simetría ocupan la totalidad del cuadro, extendiéndose por el fondo y por la forma, en un juego hábil de compensaciones mutuas. Ahí están los húmedos labios sensuales frente al desafío de la mirada; el violento cromatismo del rojo frente al azul de los paños quirúrgicos, evocando el anagrama clásico del yin y el yang taoístas, o el cuadrado frente al círculo, delimitando una imagen que pretende escenificar, en vivo, el añejo didactismo que guardan viejas láminas anatómicas.

Lectio es una obra de extraordinario impacto visual, impresionante en muchos sentidos. De entrada, impresiona la serenidad contenida del rostro y su mirada intemporal. Impresionan los alfileres entomológicos, largos esta vez, como agujas de acupuntura. Impresiona la minuciosidad de las etiquetas, que guardan el nombre de los diversos músculos faciales, escritos en nómina latina. Al verlas, nos viene a la cabeza el viejo adagio didáctico que sostenía, con el rigor de otros tiempos, que “la letra con sangre entra”. Impresionan las dos pinzas de campo tipo Backhaus, mordiendo los paños quirúrgicos para poder conciliar, con la fuerza afilada de sus puntas, la dualidad inconciliable del yin y el yang que nos rodea.  Impresiona también la pérdida de la cola de ambas cejas, como describen los manuales de semiología médica que ocurre en el hipotiroidismo. E impresiona, desde luego, la antigua sonoridad de aquellos nombres de ensalmo: orbicularis oculi, levator labii inferioris, depressor anguli oris, risorius santorinii, compressor nasi… Nomina si nescis, decía Linneo, perit et cognitio rerum. Lo que no se designa con un nombre, acaba cayendo en el olvido, se me ocurre traducir a mí con cierta manga ancha literaria.

Es también éste un cuadro profundamente evocador. Personalmente, uno de los temas de los que guardo mejor recuerdo de aquellas clases de Anatomía Humana  es precisamente el de la miología facial. Por contraposición a los grandes grupos musculotendinosos del tronco y de las extremidades, la musculatura del rostro siempre me pareció compuesta de músculos discretos y no especialmente bellos. Puestos en acción, sin embargo, son capaces de dar vivacidad al semblante y de transmitirnos un mensaje de emociones que, en los albores de nuestra especie, fue nuestro principal vehículo de comunicación, hasta que aprendimos a usar de la palabra.

Recuerdo que el profesor Orts Llorca le dedicó en su texto un capítulo delicioso a las bases anatómicas de la mímica y la gestualidad. Y aún se sigue reeditando aquel tratado de Anatomía artística del francés Moreaux, alumno de Duval, lleno de suculentos comentarios, pensados para orientar a los estudiantes de Bellas Artes en la tarea, siempre difícil, de traducir las emociones, que no vemos, en gestos que sí nos es dado apreciar. Magna lectio, pues. Magnífica y completa lección la que nos reserva Dino Valls en este cuadro.

Juan V. Fernández de la Gala
(Publicado en Panace@, Revista de Medicina, Lenguaje y Traducción. Vol. XI, nº 32, diciembre 2010)




2 comentarios:

  1. Bello encuentro entre la medicina y el arte.

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  2. Sí. Para mí es una de las obras más impactantes de Valls.
    He pasado largos ratos mirándola y no deja de sorprenderme y de tocarme el alma.

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