¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Espeleobiología: la vida en lo más hondo



EL ANIMAL TERRESTRE QUE VIVE A MAYOR PROFUNDIDAD

Extractamos aquí la noticia que publica hoy el diario español EL MUNDO en su sección de CIENCIA. La firma Teresa Guerrero y puede leerse también en su website original aquí. Lo que la noticia no explica es que el dinero para financiar la expedición salió del propio bolsillo de los expedicionarios, a pesar de que todos ellos proceden de instituciones científicas y no son simples aficionados. Y, tal como están las cosas, no va a ser la última vez que esto ocurra. 

  • Una expedición hispano-rusa descubre cuatro nuevas especies de artrópodos
  • Fueron hallados en la cueva Krubera-Voronya (Georgia), la más profunda
  • Dos de ellos son los artrópodos encontrados a mayor profundidad del planeta
  • No tienen ojos ni pigmentación y cuentan con un órgano especial para saltar
  • Viven en un ambiente extremo, sin luz y con escasa comida

No tienen ojos, carecen de pigmentación y con su minúsculo tamaño (entre 1 y 4 milímetros) sobreviven en uno de los ambientes más inhóspitos de la Tierra. Una expedición hispano-rusa ha encontrado cuatro nuevas especies en la cueva Krubera-Voronya, situada en la región de Abkhazia (República de Georgia) cerca del Mar Negro. Con sus 2.191 metros, está considerada la cueva más profunda del mundo. Dos de estas nuevas especies, cuyas características se publican esta semana en la revista 'Terrestrial Arthopod Reviews' (TAR), son los artrópodos encontrados a más profundidad.
"Se trata de un ambiente de oscuridad total, con un humedad del 100%, temperaturas muy bajas y agua fría omnipresente", explica a ELMUNDO.es Sofía Reboleira, la investigadora de la Universidad de Aveiro (Portugal) que bajó a las profundidades de esta cueva durante el verano de 2010. Reboleira, de 31 años, descendió a dos kilómetros de profundidad junto a Alberto Sendra (53 años), biólogo del Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Los zoólogos de la Universidad de Navarra Enrique Baquero y Rafael Jordana también forman parte del equipo que firma este artículo.
El inquilino más aislado ha sido bautizado como 'Plutomurus ortobalaganensis'. Este artrópodo vive a nada menos que 1.980 metros bajo la superficie terrestre. "El hombre ha llegado como máximo a -2140 y ha sido en esta misma cueva. Así que si éste es el animal más profundo que se ha encontrado en esta cueva, es el más profundo que se ha encontrado nunca (hablando siempre de terrestres, porque en simas marinas hay animales 'más profundos')", aclara Baquero a través de un correo electrónico. "A menos profundidad se han encontrado otros animales, que están siendo estudiados por otros zoólogos.
Los otros tres artrópodos fueron localizados a menos profundidad y han sido catalogados como 'Anurida stereoodorata', 'Deuteraphorura kruberaensis' y 'Schaefferia profundísima'.

'La vida llega a rincones increíbles'

El hallazgo de estas criaturas no ha sorprendido al zoólogo Enrique Baquero: "La vida llega hasta rincones increíbles. Lo difícil, habitualmente, es capturar a los ejemplares que lo demuestran. Hay que pensar que la cantidad de animales en estas situaciones, digamos extremas, es pequeña, y las posibilidades de capturarlos son bajas", explica.
Para sobrevivir en un ambiente tan inhóspito, caracterizado por la falta de luz y la escasez de alimentos, estos animales han desarrollado una serie de características especiales.
Por ejemplo, una de las especies, 'Anurida stereoodorata', cuenta con un quimiorreceptor que le ayuda a moverse en un ambiente tan complicado: "Es un órgano sensorial químico que detecta sustancias de la misma forma que nuestra nariz, pero con mucha mayor sensibilidad", explica Enrique Baquero. La antena de esta especie animal, denominada PAO ('Post Antennal Organ') es especial, según el zoólogo, porque "es muy grande para lo que suele ser en otros colémbolos y porque está en una zona elevada y dirigido hacia delante".
Un ejemplar de la especie 'Anurida Stereoodorata'. | Universidad de Navarra
Un ejemplar de la especie 'Anurida Stereoodorata'. | Universidad de Navarra
Las cuatro nuevas especies pertenecen al grupo de los colémbolos, invertebrados artrópodos parientes de los insectos, los arácnidos o los crustáceos. Tienen esqueleto externo y apéndices articulados (patas y antenas) y cuentan con un órgano que les permite saltar, denominado furca.
Baquero señala que son muy abundantes en la naturaleza: "Los colémbolos están por todas partes, en cualquier lugar del mundo, incluidas las zonas ártica y antártica, trópicos, desiertos, etc. Viven sobre las plantas (hay incluso algunas plagas agrícolas), sobre y bajo la hojarasca, bajo el suelo, en las cuevas, en las macetas de casa… Se alimentan sobre todo de los hongos que crecen sobre la materia orgánica (restos de plantas, excrementos). En las cuevas son habituales sobre los hongos que crecen sobre las hojas que entran en la cueva con las corrientes, o sobre los excrementos de los murciélagos".

Escasa comida

Infografía: Universidad de Navarra
Infografía: Universidad de Navarra
Según explica Sofía Reboleira, el 'CAVEX Team' lleva más de 10 años explorando esta sima con el objetivo de estudiar la biología de la cueva: "Debido a que se trata de la más profunda del mundo, podría revelar una fauna muy interesante, especialmente en zonas profundas". Hasta ahora, dice la investigadora, no se conocía fauna cavernícola por debajo de los 1.000 metros de profundidad, "de modo que encontrar vida a estas profundidades ya es notable", señala.
Además de la oscuridad y las altas temperaturas, a estas profundidades escasea la comida: "El medio subterráneo depende, generalmente, de la materia orgánica que es arrastrada por el agua hacia el interior de la cueva. Cuanto más profundas son, más difícilmente llegará alimento para sustentar a una comunidad biologica. Por otro lado, esta sima está situada en una zona remota y poco explorada desde el punto de vista bioespeleológico, lo que aumenta considerablemente el potencial para revelar interesantes novedades para la ciencia", añade.
"La exploración espeleológica del verano de 2010 estaba centrada en buceos técnicos en el último sifón [masa de agua dentro de una galería] conocido de la sima, situado a 2.140 metros de profundidad. Varios miembros del 'CAVEX Team' bajaron para bucear y de paso realizaron muestreos de fauna", explica Reboleira.

Una compleja expedición

Para poder llevar a cabo esta compleja expedición, que se prolongó durante un mes, hubo que reunir un equipo humano de casi 30 personas y conseguir el equipamiento de espeleología necesario para descender a este inhóspito lugar: "El equipo humano estaba compuesto por espeleólogos expertos con formación específica en exploraciones y dominio de técnicas de progresión espeleológicas, sobretodo las verticales. A partir de los 1.400 metros de profundidad hay que pasar varios sifones utilizando técnicas y equipamiento de espeleobuceo", afirma la investigadora.
"A lo largo del desarrollo vertical de la cueva hay varios campamentos subterráneos donde los espeleólogos pueden descansar, comer y dormir, para seguir explorando", señala.
La sima de Krubera-Voronya está localizada en las montañas del Cáucaso, así que hubo que trasladar todo el material necesario para la exploración al campamento que se instaló cerca de la entrada de la sima. Así, hubo que transportar dos kilómetros de cuerdas y centenares de anclajes, sin olvidar la comida necesaria para cerca de 30 personas durante 30 días.

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