¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Un ánfora o un pez?


El equipo arqueológico del Profesor Tabor exploró recientemente una tumba judía del siglo I en el barrio de Talpiot Este, en los alrededores de Jerusalén. La exploración se llevó a cabo con ayuda de una cámara  robótica. Uno de los osarios encontrados en la tumba mostraba en su cara frontal un dibujo con aspecto de pez que el Prof. Tabor interpretó como una alusión a Jonás y a aquella ballena en cuyo seno paso el profeta “tres días y tres noches”, de acuerdo con la alegoría del relato bíblico y en clara referencia a  la resurrección. Por ese motivo, Tabor pensó que la tumba podría estar relacionada con el entorno más cercano de Jesús de Nazaret. 

El hallazgo ha provocado un interés creciente en los  medios de comunicación y en los ambientes profesionales. Algunos arqueólogos han puesto ya en tela de juicio las conclusiones de James Tabor y sus consecuencias, tildándolas en algunos casos de sensacionalistas. 


El American Schools of Oriental Research (ASOR) de la Universidad de Boston ha publicado amablemente este artículo en el que se analiza el caso, se descarta la hipótesis del pez (o de cualquier mamífero pisciforme como la ballena) y se argumenta que la interpretación más razonable sería la de un ánfora, una imagen usual en la simbología funeraria judía.

Agradezco mucho desde aquí al ASOR su hospitalidad académica y me alegra mucho haber podido suscitar el debate, en el que ha participado también el propio profesor Tabor, que como buen investigador, sigue agarrado a su hipótesis con uñas y dientes. Gracias también a él, aunque estemos en cordial desacuerdo.

Puede accederse al artículo en cuestión y al debate subsiguiente (en inglés, of course) a través de este enlace:



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