"Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava, construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"
(G. García Márquez, Cien años de soledad.)
Hoy cumple 85 años el nobel colombiano Gabriel García Márquez, creador de mundos, "mamagallista" diestro (y siniestro, y ambidextro), que ha sido capaz de escribir de nuevo el Génesis con acentos colombianos, un paraíso de asombros perpetuos, de seducciones sin nombre, de pececillos de oro y de mariposas amarillas.
Una narración "de aguas diáfanas", como pocas se han dado en la historia de la Literatura.
¡Muchas gracias, Maestro! (pronúnciese gritando desde la otra acera de la calle, en París, a ser posible)
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