Leandro Sequeiros es una persona entrañable.
Es paleontólogo y jesuita, como Kircher, que da nombre a este blog, o como Teilhard de Chardin, cuya obra conoce y entiende como nadie. Leandro es también un verdadero experto en la biología de los ammonites, (curiosos cefalópodos con concha de caracol, antecesores de los calamares de hoy), pero, sobre todo, Leandro es un buen amigo y un conversador muy ameno.
Cada año, a comienzos de agosto, solemos compartir cena y charla en casa. Pasar un rato con él es de lo más estimulante porque es la antítesis del sabio dogmático y fundamentalista que puebla a veces los despachos de la universidad. Es un hombre que busca honestamente, que escucha y aprende de todos y que sería capaz, si fuera preciso, de poner en cuestión sus propias certezas, porque sabe que lo que sabemos lo sabemos entre todos y que nuestra búsqueda, en el terreno de la fe y de la ciencia, es también la honesta búsqueda de todos los hombres.
Sólo desde este presupuesto de honestidad y desde una sólida formación científica es posible abordar con garantías el diálogo (tan necesario) entre la ciencia y la fe. Leandro reúne ampliamente estos dos requisitos. Desde METANEXUS y desde las universidades de Comillas y de Granada, lleva ya mucho tiempo propiciando un diálogo que las altas esferas vaticanas no acostumbran precisamente a apoyar. Un diálogo que nos aleje de los fundamentalismos, que nos acerque a creyentes y no creyentes y que nos ayude a entender qué es exactamente eso (o ése) que a los creyentes nos gusta llamar "Dios".
Es paleontólogo y jesuita, como Kircher, que da nombre a este blog, o como Teilhard de Chardin, cuya obra conoce y entiende como nadie. Leandro es también un verdadero experto en la biología de los ammonites, (curiosos cefalópodos con concha de caracol, antecesores de los calamares de hoy), pero, sobre todo, Leandro es un buen amigo y un conversador muy ameno.
Cada año, a comienzos de agosto, solemos compartir cena y charla en casa. Pasar un rato con él es de lo más estimulante porque es la antítesis del sabio dogmático y fundamentalista que puebla a veces los despachos de la universidad. Es un hombre que busca honestamente, que escucha y aprende de todos y que sería capaz, si fuera preciso, de poner en cuestión sus propias certezas, porque sabe que lo que sabemos lo sabemos entre todos y que nuestra búsqueda, en el terreno de la fe y de la ciencia, es también la honesta búsqueda de todos los hombres.
Sólo desde este presupuesto de honestidad y desde una sólida formación científica es posible abordar con garantías el diálogo (tan necesario) entre la ciencia y la fe. Leandro reúne ampliamente estos dos requisitos. Desde METANEXUS y desde las universidades de Comillas y de Granada, lleva ya mucho tiempo propiciando un diálogo que las altas esferas vaticanas no acostumbran precisamente a apoyar. Un diálogo que nos aleje de los fundamentalismos, que nos acerque a creyentes y no creyentes y que nos ayude a entender qué es exactamente eso (o ése) que a los creyentes nos gusta llamar "Dios".
Como creyente, le estoy muy agradecido a la ciencia por el papel que históricamente ha tenido en la desmitificación de esta idea de Dios, que no está en el rayo ni en el trueno, como creían nuestros ancestros, ni creó el mundo en su torno de alfarero como explican las alegorías bíblicas del Génesis, ni diseñó específicamente en su mente las estructuras biológicas que hoy nos maravillan. Es la ciencia la que está capacitada para dar respuestas a las preguntas sobre el cómo. Pero quizá sea la religión la que pueda ayudarnos a responder las preguntas sobre el para qué, es decir, las preguntas sobre el sentido que las cosas tienen para el hombre.
Leandro contagia entusiasmo y humildad por donde pasa. El año pasado publicó en PPC ¿Puede un cristiano ser evolucionista? (Madrid, 2009). La respuesta (que es afirmativa, evidentemente) la desgrana en 222 páginas llenas de amenidad.
Y estos días, estando todavía convaleciente por una prótesis de cadera que acaban de implantarle, ha visto salir su nuevo libro: El diseño chapucero: Darwin, la biología y Dios. Hemos hablado de él por teléfono, mientras aprendía de nuevo los secretos y la sorpresa del bipedismo, estrenando su nueva cadera de titanio. "Esto sí es diseño inteligente", me decía refiriéndose a la prótesis que acababan de ponerle, " y no lo que algunos pretenden ver en la evolución".
Y estos días, estando todavía convaleciente por una prótesis de cadera que acaban de implantarle, ha visto salir su nuevo libro: El diseño chapucero: Darwin, la biología y Dios. Hemos hablado de él por teléfono, mientras aprendía de nuevo los secretos y la sorpresa del bipedismo, estrenando su nueva cadera de titanio. "Esto sí es diseño inteligente", me decía refiriéndose a la prótesis que acababan de ponerle, " y no lo que algunos pretenden ver en la evolución".
Lectura, pues, recomendable para vacunarse de cierto integrismo católico que pretende resucitar de nuevo el creacionismo más rancio e incluso enseñarlo en las escuelas y los institutos como hipótesis científica(?) alternativa. Lo llaman "Diseño inteligente" (ID) y, ya desde el título, el profesor Leandro Sequeiros lo rechaza de plano. En las páginas que siguen analiza detenidamente sus falacias.
El diálogo entre fe y ciencia es posible.
La fe no nos aleja del método científico. En estos años, numerosas personas de creencias diferentes, están empeñadas en seguir siendo intelectuales, sin que por ello tengan que poner en duda o abandonar su fe y su esperanza en un Dios cercano, perfectamente compatible con la libertad para pensar.
En este libro podemos acercarnos a cuestiones como el creacionismo, las ideas de Darwin, la teoría del Diseño Inteligente o la propuesta atea de Dawkins, esbozando un planteamiento del origen de la existencia compatible con la ciencia y con la fe.
Interesantísimo, Juan.
ResponderEliminarTenemos que hablar sobre este tema.
¡Hasta pronto!
Y, un fuerte abrazo.
Querido amigo, será un placer.
ResponderEliminarTengo muy buen recuerdo de nuestras conversaciones vespertinas de martes y jueves con un café por delante (o con una pila de ejercicios de clase) y las echo de menos, francamente.
Un abrazo y feliz puente
JV