Hace unos días falleció en Cádiz el Dr. Manuel Gutiérrez Rodríguez, a quien tuve la suerte de conocer y de tratar. El profesor Gutiérrez pertenece a un tipo de científico que escasea en nuestro medio: ése que crea allí donde se sienta a trabajar una especie de aura de cordialidad, de sencillez y de entusiasmo, capaz de dar frutos muy valiosos y que, a pesar de ello, no incita a la envidia, sino a la honesta emulación a cuantos tienen la suerte de conocerle.
Con sólida formación médica y química, la curiosidad perenne de don Manuel Gutiérrez se extendió por campos muy diversos, pero quizá sea recordado especialmente por la creación de dos colorantes, el Pancromo azul y el VOF, con aplicaciones en parasitología, citohematología y citodiagnóstico. Los que le conocieron de cerca saben que fue también capaz de colorearnos la vida con su ejemplo y esta es la magia histoquímica por la que siempre le recordaremos todos.
Transcribimos aquí el texto publicado con fecha de 5 de marzo en el DIARIO DE CÁDIZ, del que es autor el profesor Francisco Herrera Rodríguez, que le conoció muy de cerca.
UN CITOHISTOQUÍMICO GADITANO
Francisco Herrera Rodríguez. Universidad de Cádiz.
El pasado día 23 de febrero falleció en Cádiz el doctor Manuel Gutiérrez Rodríguez; un científico de labor constante y callada; admirado y querido por sus compañeros y por numerosas promociones de médicos y químicos que recibieron su magisterio.
Manuel Gutiérrez nació en San Fernando en el año 1923. Realizó sus estudios de bachillerato en el instituto Columela de Cádiz y en el Ramón Llull de Palma de Mallorca. Estudió Medicina en la facultad de Cádiz. De 1952 a 1957 ejerció la medicina en Alcalá de los Gazules y a la vez comenzó sus trabajos de investigación sobre problemas hematológicos. En 1957 vuelve a Cádiz y funda el Laboratorio de Embriología Histoquímica. En 1959 se doctoró con la tesis 'Contribución al estudio de un nuevo fijador colorante con especial aplicación en hematología'.
En la década de los sesenta impartió como profesor diferentes materias en la Facultad de Medicina de Cádiz. En 1964 obtuvo el Diploma en Anatomía Patológica y en 1965 recibió los títulos de médico especialista en hematología y análisis clínico. En 1966 ingresó como becario en el Instituto de Investigaciones Pesqueras de Cádiz (CSIC) y al año siguiente obtuvo por oposición la plaza de colaborador.
De 1970 a 1974 pidió la excedencia en el CSIC para dedicarse plenamente a la Universidad en las Facultades de Medicina y Ciencias. En 1974 retornó como investigador al Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, institución en la que se jubiló administrativamente en 1988, lo cual no supuso el final de su carrera como investigador, pues siguió publicando trabajos hasta prácticamente el final de sus días. Centró sus trabajos en el estudio citohematológico y de proteínas en atunes, en la bioquímica e histología de la 'anchoización', la patología de bivalvos, crustáceos y peces, y los efectos biológicos de la contaminación por metales pesados. Desde la década de los cincuenta hasta el momento actual publicó más de un centenar de trabajos en revistas nacionales e internacionales, destacando entre sus aportaciones originales dos colorantes: el Pancromo azul G239 (1960) y el VOF (Verde luz SF, Orange G, Fuchina ácida) (1961); el primero para la aplicación en citohematología humana y el estudio de las hemoparasitosis, y el segundo para el estudio de la citología clínica y el diagnóstico del cáncer.
En 1990 se doctoró en química con la tesis 'Nuevos colorantes biológicos y citohistoquímica de la coloración'. Entre otros méritos se deben destacar los siguientes: socio fundador de la Sociedad Española de Citología; experto de la FAO en Ciencias Náuticas y Pesquerías; profesor honorario de la Facultad de Medicina de Cádiz; académico de Número de la Real Academia de Medicina de Cádiz; académico correspondiente de la Nacional de Medicina; socio Fundador de la Sociedad Iberoamericana de Histoquímica; premio de Honor de la Fundación Pascual; miembro del Editorial Board de European Jounal of Histochemistry; distinción del CSIC; gaditano del año del Ateneo Literario, Artístico y Científico de Cádiz .
Creo que los versos de Jorge Manrique reflejan a la perfección el sentimiento de cuantas personas tuvimos el privilegio de conocerlo, de tratarlo y de quererlo:
"Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejonos harto consuelo
su memoria".
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