¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Una reflexión, a comienzo de curso


Este texto puede leerse en la catedral de San Pablo (Londres):

Ve plácidamente, entre el ruido y la prisa.
Recuerda que la paz suele estar en el silencio.

Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos.
Di tu verdad, quietamente, claramente.
Escucha a los otros, aunque te parezcan torpes e ignorantes;
cada uno de ellos tiene también una vida que contar.

Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu.
Si te comparas con los otros puedes convertirte en alguien vano y amargado;
pues siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú.
Alégrate tanto de tus realizaciones como de tus proyectos.

Ama tu trabajo aunque sea humilde: es el tesoro de tu vida.
Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abunda la gente sin escrúpulos.
Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; dondequiera la vida está llena de heroísmo. (...)

Acepta con serenidad el consejo de los años
y renuncia sin reservas a los dones de la juventud.
Fortalece tu espíritu para que no te destruyan inesperadas desgracias.
pero no te crees falsos infortunios:
muchas veces el miedo es producto de la fatiga y la soledad.

Sin olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo mismo.
No eres más que una criatura en el Universo, no menos que los árboles y las estrellas.
Tienes derecho a estar aquí.
Vive en paz con Dios, no importa cómo lo imagines.

Sin olvidar tus trabajos y aspiraciones, manténte en paz con tu alma,
pese a la ruidosa confusión de la vida.
A pesar de tus falsedades, tus penosas luchas o tus sueños perdidos,
la Tierra sigue siendo hermosa.

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