En la ciudad de Serba vivía un viejo rabino con fama de sabio. Un hombre, que supo de su fama, pensó que quizá merecería la pena viajar hasta allí para consultarle un asunto de negocios que llevaba un tiempo angustiándole.
Al llegar a la casa del rabino le sorprendió la absoluta austeridad en que vivía. Los únicos muebles eran dos sillas y una estera, enrollada en una esquina, que hacía las veces de colchón. El viajero empezó a dudar de que aquél fuera realmente un hombre sabio en materia de negocios, a juzgar por su extrema pobreza.
Desencantado, el viajero preguntó:
--¿Y dónde están sus muebles?
Y el rabino contestó:
--¿Y dónde están los suyos?
--¿Cómo que dónde están los míos?--protestó el viajero-- ¡Yo sólo estoy aquí de paso!
--Pues yo también estoy de paso y vivo de paso--contestó el rabino--.
Al llegar a la casa del rabino le sorprendió la absoluta austeridad en que vivía. Los únicos muebles eran dos sillas y una estera, enrollada en una esquina, que hacía las veces de colchón. El viajero empezó a dudar de que aquél fuera realmente un hombre sabio en materia de negocios, a juzgar por su extrema pobreza.
Desencantado, el viajero preguntó:
--¿Y dónde están sus muebles?
Y el rabino contestó:
--¿Y dónde están los suyos?
--¿Cómo que dónde están los míos?--protestó el viajero-- ¡Yo sólo estoy aquí de paso!
--Pues yo también estoy de paso y vivo de paso--contestó el rabino--.
(Adaptado de un viejo cuento hebreo)
Imagen: Abbas, fotógrafo francés de origen iraní.
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