¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

viernes, 9 de diciembre de 2011

La educación explicada en parábolas

UN NIÑO
por Helen Buckley

Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela era muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar. Y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores. Y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores. 

Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde. El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde, igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer cosas con barro. ¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros. Y comenzó a estirar muy contento su bola de barro.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar. Y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a moldear un plato. ¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a modelar platos de distintas formas y tamaños.

Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo. Y ella les enseñó a todos cómo hacer un plato hondo. -Aquí tienen, dijo la maestra. Ahora pueden comenzar. El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo: Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer. Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del aula. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo: ¿No te animas a empezar tu dibujo? Sí, dijo el pequeño, pero ¿qué dibujo vamos a hacer? No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra. ¿Y cómo lo hago? - preguntó el niño. Como tú quieras, contestó. ¿Y de cualquier color? De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo? Yo no sé, dijo el pequeño niño. Y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

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