¿Quién era Kircher?


ATHANASIUS KIRCHER fue un sabio jesuita alemán que representó el espíritu científico del siglo XVII. Nació en Geisa (Alemania) en 1602. Profesor de filosofía, matemáticas y lenguas orientales, se interesó por los más diversos temas del saber de su tiempo.

Fue el inventor de la linterna mágica, cartografió la Luna, las manchas solares y las corrientes marinas, ofreció hipótesis para interpretar la estructura interna de nuestro planeta, investigó el Vesubio descolgándose por su cráter, trató de descifrar los jeroglíficos egipcios, realizó experimentos de física y fisiología animal, observó la sangre al microscopio e inventó un sinnúmero de artilugios mecánicos.

Junto con Plinio, constituye el paradigma de la curiosidad científica y del gusto por el conocimiento, en cualquiera de sus formas.

viernes, 28 de enero de 2011

Recorre París a paso de ratón




Desde esta dirección es posible asomarse a París y recorrerlo a vista de pájaro desde una terraza de San Sulpicio. Es una foto gigantesca de la ciudad al máximo detalle, de 26 gigapíxeles, sobre la que se puede navegar en todas direcciones y aproximarse a sus detalles (cada ventana, cada teja, cada chimenea) con una minuciosidad de ratón.


Recomiendo utilizar el menú que aparece en el ángulo inferior derecho y que permite ir directamente a los principales monumentos de la ciudad. Luego puede uno perderse a voluntad en las calles y los tejados de París. ¡Bon voyage, mes amis! ¡Et bon séjour!

Otros proyectos similares permiten visitar también:
-La ciudad de Praga a 18 gigapíxeles
-El Machu-Pichu, la ciudad perdida de los incas, a 1500 megapíxeles
-El barrio de Harlem, en Nueva York, a 13 gigapíxeles

sábado, 22 de enero de 2011

Para Cristina:



El quinteto israelí Carmel-A-Cappella interpreta "La Primavera" de Antonio Vivaldi.
Es un pequeño homenaje a la profesora Cristina Moreno, compañera en las tareas docentes del Instituto Juan Lara, que falleció ayer, inexplicablemente, tras dar a luz a su hijo.

Cristina era licenciada en Derecho, y durante los años que compartió su trabajo con nosotros ejerció como profesora de Música, que era su verdadera pasión desde niña. Todos sus hijos son buenos instrumentistas, algunos incluso miembros ya de orquestas de prestigio.

Cristina era también el alma musical de nuestro Instituto y, sin que entendamos cómo, era capaz de buscar retales de tiempo, ensayar a escondidas con sus alumnos y sorprendernos luego a todos con magníficas representaciones e interpretaciones musicales de calidad extraordinaria.

Aunque la muerte de Cristina ha causado verdadera consternación entre los que la conocimos, y muy especialmente entre los alumnos y profesores del centro, creo que la música alegre y esperanzadora de "La Primavera" de Vivaldi representa muy bien el recuerdo entrañable que todos guardaremos de ella.

sábado, 15 de enero de 2011

Los justos: un poema de Borges


He conocido a algunos hombres justos, no muchos, ciertamente. A algunas mujeres justas he conocido. Más que hombres. No sé si por azar o porque ellas tienen, además de la generosidad, el don de lo ecuánime. En cualquier caso, qué suerte que ellos y ellas estén ahí para salvar el mundo de la tiranía injusta de tanta estupidez.


LOS JUSTOS



Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges

lunes, 10 de enero de 2011

Fotos (casi) sin comentarios:



No se le puede negar ingenio a este cartel, fijado en la puerta de un taller mecánico. Es digno de figurar en los manuales de publicidad y marketing, aunque sea en el capítulo de publicidad engañosa.
(Si pincha sobre la foto, logrará ampliarla)

Le agradezco desde aquí a José Ignacio Fernández que se haya acordado de enviármela y le mando un abrazo.

viernes, 7 de enero de 2011

Una reflexión sobre la Historia y su didáctica

Napoleon on Horseback




Reproduzco aquí el artículo In defence of History de Antony Beevor publicado en The Guardian. Contiene, desde mi punto de vista, varias reflexiones interesantes sobre cómo puede abordarse la enseñanza de la Historia, especialmente en la sociedad cada vez más multicultural y menos localista en que estamos inmersos.


Me he atrevido también a resumir en estos nueve puntos las principales ideas de su texto. Advierto contra los puntos 8 y 9, que creo que nacen de interpretaciones personales mías y no sé si corresponden del todo al hilo argumental de Beevor en este artículo. Son éstos:



1) La Historia no se puede limitar a una sucesión cronológica de hechos muertos, aparentemente irrelevantes hoy y de nula aplicación práctica.


2) Por el contrario, la enseñanza de la Historia conlleva el entrenamiento en los alumnos de numerosas capacidades útiles: búsqueda de fuentes de información, valoración crítica de las mismas, desarrollo de las habilidades lógicas de análisis, síntesis e interrelación de hechos y la capacidad de exponer luego todo ello con la necesaria coherencia e interés.

3) Sólo conociendo el pasado podemos entender la aparente perplejidad que nos produce el presente. La Historia proporciona una atalaya útil para ver e interpretar el mundo, una perspectiva de comprensión del presente.

4) Conocer la Historia nos puede poner a salvo de las manipulaciones que desde las situaciones de poder pueden perpetrarse (y que no son un peligro hipotético, sino un hecho fehaciente que ha ocurrido y está ocurriendo ya).

5) Es crucial proporcionar al alumno contextos y referentes cronológicos sobre los que sea fácil situar los hechos, para que no se pierdan en el mar confuso de los acontecimientos.

6) Sin disponer de un claro eje cronológico, interiorizado por el alumno, no resulta pedagógico presentar la información en bloques temporales independientes.

7) Tampoco parece pedagógico acudir a la ficción histórica (o a la historia-ficción) como único recurso, sucumbiendo a los encantos y a la comodidad del cine frente a la literatura.

8) Enseñar Historia a una sociedad cada vez más multicultural es un reto. Se pueden ampliar las perspectivas geográficas de la visión que se ofrece a los alumnos (por ej. incluir en el análisis la visión oriental de la ciencia y la cultura y no sólo la occidental), pero también es factible enfatizar los momentos en que la Historia contiene una enseñanza de enriquecedor intercambio cultural y de apertura a otros mundos.

9) Evitar las simplificaciones maniqueas y el teatro moral con el que a veces se muestran los acontecimientos históricos. Entender la Historia supone ponerse en el lugar del otro, del extranjero, del enemigo, del que piensa distinto.



En defensa de la Historia

Antony Beevor
¿Es la Historia un producto acabado? Nuestro sistema educativo escolar parece considerarlo así. Por lo general, parece que la enseñanza de la Historia  fuera percibida por el sector educativo como un equivalente de la enseñanza de las lenguas muertas: un lujo innecesario de épocas pasadas, y algo que el mundo actual no necesita. En los debates más recientes sobre los curricula nacionales, la Historia ha merecido el estatus de “asunto innecesario” (inessential subject). Esto constituye un error grave y miope.

En un nivel puramente práctico, la Historia es importante porque ofrece las habilidades básicas que los estudiantes necesitan para adentrarse en la Sociología, Política, Relaciones Internacionales y Economía. La Historia es también la disciplina ideal para quienes desean seguir la carrera de Derecho, así como ser funcionarios públicos o en el sector privado. Esto se debe a que la Historia enseña a los estudiantes a investigar y evaluar información, a organizar hechos y desarrollar argumentos, y a obtener conclusiones lógicas. La escritura de un ensayo entrena a los jóvenes a escribir informes y preparar exposiciones. Y, según los empleadores, estas son habilidades que los egresados carecen.
La Historia también es necesaria porque ayuda a explicar eventos actuales. ¿De qué manera la cultura y el capitalismo occidentales han dominado el mundo? ¿De qué forma las culturas aparecen y caen? Eso es lo que necesitamos saber, porque de otro modo no podremos comprender las consecuencias del despegue de China, India y Brasil, el debilitamiento de Estados Unidos ni la decadencia económica y política de Europa. La Historia no nos brinda las respuestas, pero definitivamente ayuda a centrar nuestras preguntas y nuestro entendimiento de las fuerzas que existen en el mundo de hoy.
Naturalmente, la Historia puede ser fácilmente manipulada. Necesitamos conocer la historia para detectar cuando nuestros líderes establecen paralelos falsos, como el Presidente Bush cuando comparó el 11 de septiembre con Pearl Harbor, o Tony Blair al referirse a Saddam Hussein como Hitler. Los medios de comunicación son también responsables por hacer fáciles comparaciones que terminan siendo equívocas. Como votantes, y como ciudadanos, debemos ser capaces de ver a través de estas peligrosas distorsiones.
Los profesores responsables de la materia, suelen tener poco tiempo para dedicar al análisis de estos temas. Cada año, las horas dedicadas a la enseñanza de la Historia han ido reduciéndose más y más. Junto con Albania e Islandia, Gran Bretaña es en la actualidad uno de los pocos países en Europa en los que el aprendizaje de la Historia no es obligatorio después de los 14 años de edad. Peor aun, el curso se imparte en módulos de conocimientos especializados, independientes entre sí.
¿Cómo podrá un niño interiorizar estos procesos sin una línea de tiempo? Una década parece para ellos un largo periodo de tiempo, por lo que un siglo, sin mencionar un mileno, está más allá de su imaginación. Algún tipo de comprensión de los eventos más importantes de Gran Bretaña y el mundo es esencial para brindar un contexto y un referente cronológico. Un amigo que enseña historia de la medicina a doctores graduados, me comentaba que no podía usar términos como “Napoleónico” o “Victoriano”. Sus altamente preparados estudiantes habían escuchado sobre Napoleón y la Reina Victoria, pero muchos no sabían en qué época habían vivido.
Pero además, la Historia es –o debería ser– interesante. Pese a que alguna vez fue descrita como “una maldita cosa después de la otra”,  tanto la secuencia de causa y efecto como los detalles de la misma son fascinantes. Tratando de rehuir esto, muchos profesores que carecen de entrenamiento histórico se colocan naturalmente a la defensiva, temiendo que los temas puedan acabar siendo aburridos para sus alumnos. Sabiendo que el único contacto que estos tienen con la Historia es a través de películas o series, los profesores se sientes tentados de insistir ahí, utilizando programas como Blackadder para enseñar la Primera Guerra Mundial. En medio de una creciente sociedad post-escritura donde reina la imagen en movimiento, la historia convertida en ficción parece ser la norma.
Ya la televisión y el cine han influido en las escuelas y los estudiantes para escoger “Hitler and the Henries” como tema para sus exámenes, simplemente porque se sienten más cómodos con algo que ellos reconocen. Pero como Simon Schama discute acertadamente, hay muchos otros periodos y eventos que son igualmente interesantes y muy relevantes. Se necesita algo más que un enfoque narrativo para atrapar la imaginación de los jóvenes. Esto no debería ser difícil. Desde Edward Gibbon en el siglo XVIII, los historiadores británicos han utilizado una prosa que apunta a ser narrativa y cubrir un amplio espectro, en marcado contraste con el enfoque analítico usado en el resto de Europa.
Los críticos podrán decir que la Historia tal como se hace en Gran Bretaña es muy local y hace que inmigrantes y aquellos de otras culturas se sientan excluidos. Pero si el tema es enseñado de forma apropiada, los jóvenes podrán aprender cómo este país, desde sus inicios, ha absorbido sucesivas olas de migrantes. Enseñar la historia del imperio británico está relacionada, para bien o para mal, con la del mundo. El imperio nos hizo lo que ahora somos, formando nuestra identidad nacional. Un país que no entiende su propia historia difícilmente podrá respetar la de otros.
No quiero decir que los historiadores o los profesores de Historia tengan un rol moral. Su principal obligación es la de entender la mentalidad de una época y de transmitir ese conocimiento, no la de aplicar los valores del siglo XXI a épocas pasadas. Ni menos simplificarlos para propósitos morales. Es absolutamente correcto exponer los horrores del comercio trasatlántico de esclavos, pero el papel de los líderes africanos que participaron de este comercio también debe ser explicado. Y también el hecho que el comercio de esclavos en Medio Oriente fue más antiguo y letal. Sin lugar a dudas, este provocó la muerte de muchas más víctimas en circunstancias particularmente horribles.
Además, la Historia tampoco debe ser utilizada para inculcar virtudes ciudadanas. Aun cuando ofrece el acervo más rico de ejemplos y dilemas morales, los cuales conforman la materia prima de la ficción, el gran drama y la vida en sí misma. Sin un entendimiento de la Historia, nos vemos política, cultural y socialmente empobrecidos. Si sacrificamos la Historia a la presión económica o a recortes presupuestarios, perderemos una parte importante de quiénes fuimos.


Más información sobre Antony Beevor en Wikipedia.
Acceso al artículo original en The Guardian

sábado, 1 de enero de 2011

Imágenes (casi) sin comentarios


(Puede pinchar sobre la imagen para ampliarla)

La verdad, no hay mucho de lo que pueda presumir en este mundo, salvo quizá de los amigos. Chantal Maillard pertenece a ese grupo de personas que el azar de los días te coloca en el camino y del chispazo que surge hay luz suficiente para alumbrar muchas tardes de amistad y muchas noches de búsqueda común.

La poesía de Chantal es luminosa. He intentado desarmar alguno de sus poemas para ver dónde está el truco, pero ni por esas. Ella tampoco me lo explica. Sólo me mira y me sonríe (hay una especie de dulzura amarga en la sonrisa de Chantal). Luego abre el libro de haikus que está leyendo y saca de allí una flor roja y púrpura que ha recogido en alguna vereda, y que ha guardado desde entonces, atrapada entre dos páginas. "¿Qué planta es ésta?", me pregunta. Y yo, sorprendido de aquel florecimiento, después de mirarla un poco, le digo: "creo que es un Lathyrus". Y cuando ya, por cercanía, la flor, la página del libro y la propia Chantal se han hecho una misma cosa entrañable, ella me dice: ¿Y es mágica? Y yo, sin argumentos para salir de tanto asombro, "por fuerza", le digo.
Y ella sonríe satisfecha, porque era justo la respuesta que esperaba.

Más sobre Chantal Maillard.
Más sobre David Escalona.

P.S.
La imagen me la envía hoy Chantal como regalo de Año Nuevo y la comparto, encantado, con los lectores del blog de Kircher.