
Pensarlo despacio era casi mareante.
Con el tiempo, vi que eso sucedía también con algunas personas que, incluso mucho después de muertas, eran capaces de alumbrarnos a todos los caminos. Los del entendimiento y los de la imaginación, los del compromiso y los de la esperanza.
Magnífica lección de astronomía, que fue, al propio tiempo, una invitación sutil a la lectura de los clásicos.
Ojalá que a mí --y a ti que lees estas líneas ahora mismo-- nos aguarden aún deslumbramientos y perplejidades semejantes. Y muchas, muchas noches de verano.