Poco a poco, se están dado ya algunos pasos en Roma. Hay pequeños gestos, señales de avanzadilla. Paso a paso, vamos alejándonos de las torres de marfil, de las ciudadelas amuralladas, del barroquismo litúrgico, de las teologías de salón. Poco a poco, vamos acercándonos a una sencillez más evangélica, a una Iglesia humanizada en las esquinas, al diálogo con otros que también buscan sentido a todo esto.
Hay gestos sencillos, como una cruz modesta, una sonrisa, unos simples zapatos, una mano tendida.
Hay gestos sencillos que valen, por sí solos, más que la palabrería de muchas encíclicas.
¡Bienvenido, papa Francisco!